TEORÍA DE TODO
Paula LapidoZaragoza,
Tropo
Editores, 2010.
La narrativa
breve guarda una semejanza natural con el placer, sobrevive al ritmo que corren
nuestras vidas, y esto motiva que los libros de relatos nos permitan leerlos en
cualquier momento, durante un viaje en el metro o en el autobús, en las largas
colas que realizamos ante cualquier ventanilla, cuando hacemos un pequeño
descanso, y mientras uno se fuma un cigarrillo. Podemos estar o no de acuerdo
con aseveraciones tan categóricas como verdaderas, “cenicienta de la
literatura”, y con respecto a sus características más intrínsecas, aunque como
lectores debemos estar convencidos de la autenticidad del género, de los valores
evidentes y secretos técnicos y estilísticos que maneja un escritor para
atrapar a nuevos entusiastas cada vez que se publica un libro de cuentos, o una
antología. Y es así como el concepto «resistir» se ha convertido en una de las
máximas más esgrimidas durante el pasado milenio a propósito del lugar que
ocupa el género cuento en la literatura española. Esta aclaración viene, muy a
propósito, en un país donde, indiscutiblemente, se están realizando los mejores
ejercicios en literatura breve de todo el panorama editorial de actualidad, y
no deja de sorprendernos una producción literaria que despierta el interés no
solo de consagrados sino de jóvenes que empiezan a vislumbrar su camino
ensayando un género que ofrece ilimitadas posibilidades.
Y no menos gratificante,
descubrir un libro de relatos, o asociar un nombre que, en su primera incursión
narrativa, se atreve con una colección de cuentos, caso de Paula Lapido
(Madrid, 1975) que hasta el momento había visto publicado su trabajo en
revistas, o cosechado algún que otro premio, entre otros el Caja España (2008)
por Teoría de todo que la editorial
Tropo publicaba en 2010; en realidad, la crónica de todas y cada una de las
pérdidas a que se enfrentan los protagonistas de los relatos de Lapido, en su
mayoría en busca de una teoría que les lleve a una solución de sus problemas.
Del prólogo, firmado por Patricia Esteban Erlés, entresacamos, solo
parafraseando, que Paula Lapido, enuncia para sus relatos, una versión propia
de ese concepto milenario de teoría, y el resultado de su prosa, el ejercicio
expresivo y técnico resulta “un todo coherente, cerrado y abierto a la vez,
formado a partir de un puñado de historias que la autora disecciona con sus
ojos de científica, de pianista, de lectora”. Paula Lapido contagia su gusto
por el detalle, por la observación mínima y detallista y convierte sus textos
en el instrumento antagonista de la realidad más inmediata, y sostiene así que
su teoría de todo se convierte en ley única y universal, cuyo mecanismo más
certero sería su exclusivo intento de explicar el juego de la existencia misma,
y quizá por ese motivo pretende justificar alguno de los logros de sus protagonistas
en algunos cuentos; eso sí sin conseguirlo, evidentemente; porque, por otro
lado, el absurdo más absoluto carece de normas, atenta contra la lógica y
muestra un haz de situaciones imposibles por las que los personaje de la
narradora caminan, al tiempo que esgrimen sus deseos de sobrevivir como todo
buen ser humano.
No resulta nada fácil mantener
en una colección de diez cuentos, un calculado registro, un tono mesurado,
sorprender con emociones y mover a los personajes en situaciones peculiares que
ponen a prueba el interés de los lectores y los invita, con humor y sarcasmo, a
adentrarse en un universo distinto, paralelo a este endiablado mundo en que
malvivimos, y que en estos relatos resulta cuanto menos interesante, y sobre
todo mucho más divertido y entrañable, pese al supuesto absurdo esgrimido por
la narradora, y esa mezcla de irrealidad con un ejercicio literario de lo más
inusitado. Las historias de Paula Lapido resultan visuales, y su interés por el
detalle provoca descubrir en cada una de ellas una atmósfera distinta, y así
cuando pasamos página quedamos enredados en otro escenario donde, y una vez
más, los pequeños fracasos de sus personajes se viven sin demasiados traumas.
La madrileña consigue alternar, de forma inteligente, el ritmo de sus textos, y
logra que sus cuentos, por algún u otro motivo, llamen la atención al lector,
provocando escenas del más absoluto absurdo, aportando imágenes naif, o incluso
visiones dramáticas y trágicas pero, sobre todo, postulándose en esa visión
decadente del ser humano que recorre sus cuentos para obtener una redención, al
menos literaria, de sus personajes. El humor campea en Curry
muy, muy picante y Peter
Parker y la crisis de la mediana edad, ídolos venidos a menos
en una inquietante sociedad; del conjunto, sobresalen dos relatos, sin duda esenciales,
Yakamoz y Sisool, donde fracaso y
decadencia, vuelven
a ser sometidos de nuevo a la buena prosa y el efecto final de Lapido. La
actualidad y el mercantilismo vuelve en Las galletas Koleo son las mejores del mundo entero y El señor Blosen, diferentes
visiones de la explotación humana, la niñez en el primero, y los desamparados
en el segundo. Surrealistas, de corte borgiano, incluso cortazariano se
muestran los restantes relatos, sobre todo, Inverness, y La singular desaparición de Amadeo López, de
una exquisitez casi lírica que se torna en misterio absoluto para contar estas
historias.
La
última aventura literaria de Paula Lapido se concreta en una novela, Horror vacui (2014), pero este proyecto merece un aparte,
porque leídas las tres cuartas partes, la densidad, profundidad, y compleja
trama de la misma, se traducen en una pormenorizada y concreta reflexión desde
el punto de vista de una atenta mirada sobre la buena narrativa del presente
literario contemporáneo que las jóvenes promesas de las últimas generaciones
están llevando a cabo.
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