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miércoles, 2 de septiembre de 2015

Acabo de leer, y descubro …

      Hoy, una nueva sección, libros que me deslumbran, y espero deslumbren a mis lectores. Una miscelánea, que auguro interesante.


TEORÍA DE TODO  
Paula LapidoZaragoza, 
Tropo Editores, 2010.                                
                                








La narrativa breve guarda una semejanza natural con el placer, sobrevive al ritmo que corren nuestras vidas, y esto motiva que los libros de relatos nos permitan leerlos en cualquier momento, durante un viaje en el metro o en el autobús, en las largas colas que realizamos ante cualquier ventanilla, cuando hacemos un pequeño descanso, y mientras uno se fuma un cigarrillo. Podemos estar o no de acuerdo con aseveraciones tan categóricas como verdaderas, “cenicienta de la literatura”, y con respecto a sus características más intrínsecas, aunque como lectores debemos estar convencidos de la autenticidad del género, de los valores evidentes y secretos técnicos y estilísticos que maneja un escritor para atrapar a nuevos entusiastas cada vez que se publica un libro de cuentos, o una antología. Y es así como el concepto «resistir» se ha convertido en una de las máximas más esgrimidas durante el pasado milenio a propósito del lugar que ocupa el género cuento en la literatura española. Esta aclaración viene, muy a propósito, en un país donde, indiscutiblemente, se están realizando los mejores ejercicios en literatura breve de todo el panorama editorial de actualidad, y no deja de sorprendernos una producción literaria que despierta el interés no solo de consagrados sino de jóvenes que empiezan a vislumbrar su camino ensayando un género que ofrece ilimitadas posibilidades.


      Y no menos gratificante, descubrir un libro de relatos, o asociar un nombre que, en su primera incursión narrativa, se atreve con una colección de cuentos, caso de Paula Lapido (Madrid, 1975) que hasta el momento había visto publicado su trabajo en revistas, o cosechado algún que otro premio, entre otros el Caja España (2008) por Teoría de todo que la editorial Tropo publicaba en 2010; en realidad, la crónica de todas y cada una de las pérdidas a que se enfrentan los protagonistas de los relatos de Lapido, en su mayoría en busca de una teoría que les lleve a una solución de sus problemas. Del prólogo, firmado por Patricia Esteban Erlés, entresacamos, solo parafraseando, que Paula Lapido, enuncia para sus relatos, una versión propia de ese concepto milenario de teoría, y el resultado de su prosa, el ejercicio expresivo y técnico resulta “un todo coherente, cerrado y abierto a la vez, formado a partir de un puñado de historias que la autora disecciona con sus ojos de científica, de pianista, de lectora”. Paula Lapido contagia su gusto por el detalle, por la observación mínima y detallista y convierte sus textos en el instrumento antagonista de la realidad más inmediata, y sostiene así que su teoría de todo se convierte en ley única y universal, cuyo mecanismo más certero sería su exclusivo intento de explicar el juego de la existencia misma, y quizá por ese motivo pretende justificar alguno de los logros de sus protagonistas en algunos cuentos; eso sí sin conseguirlo, evidentemente; porque, por otro lado, el absurdo más absoluto carece de normas, atenta contra la lógica y muestra un haz de situaciones imposibles por las que los personaje de la narradora caminan, al tiempo que esgrimen sus deseos de sobrevivir como todo buen ser humano.          
        No resulta nada fácil mantener en una colección de diez cuentos, un calculado registro, un tono mesurado, sorprender con emociones y mover a los personajes en situaciones peculiares que ponen a prueba el interés de los lectores y los invita, con humor y sarcasmo, a adentrarse en un universo distinto, paralelo a este endiablado mundo en que malvivimos, y que en estos relatos resulta cuanto menos interesante, y sobre todo mucho más divertido y entrañable, pese al supuesto absurdo esgrimido por la narradora, y esa mezcla de irrealidad con un ejercicio literario de lo más inusitado. Las historias de Paula Lapido resultan visuales, y su interés por el detalle provoca descubrir en cada una de ellas una atmósfera distinta, y así cuando pasamos página quedamos enredados en otro escenario donde, y una vez más, los pequeños fracasos de sus personajes se viven sin demasiados traumas. La madrileña consigue alternar, de forma inteligente, el ritmo de sus textos, y logra que sus cuentos, por algún u otro motivo, llamen la atención al lector, provocando escenas del más absoluto absurdo, aportando imágenes naif, o incluso visiones dramáticas y trágicas pero, sobre todo, postulándose en esa visión decadente del ser humano que recorre sus cuentos para obtener una redención, al menos literaria, de sus personajes. El humor campea en  Curry muy, muy picante y Peter Parker y la crisis de la mediana edad, ídolos venidos a menos en una inquietante sociedad; del conjunto, sobresalen dos relatos, sin duda esenciales, Yakamoz y Sisool, donde fracaso y decadencia, vuelven a ser sometidos de nuevo a la buena prosa y el efecto final de Lapido. La actualidad y el mercantilismo vuelve en Las galletas Koleo son las mejores del mundo entero y El señor Blosen, diferentes visiones de la explotación humana, la niñez en el primero, y los desamparados en el segundo. Surrealistas, de corte borgiano, incluso cortazariano se muestran los restantes relatos, sobre todo, Inverness, y La singular desaparición de Amadeo López, de una exquisitez casi lírica que se torna en misterio absoluto para contar estas historias.
        La última aventura literaria de Paula Lapido se concreta en una novela, Horror vacui (2014), pero este proyecto merece un aparte, porque leídas las tres cuartas partes, la densidad, profundidad, y compleja trama de la misma, se traducen en una pormenorizada y concreta reflexión desde el punto de vista de una atenta mirada sobre la buena narrativa del presente literario contemporáneo que las jóvenes promesas de las últimas generaciones están llevando a cabo.

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