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EL ANORAK DE PICASSO
José
Antonio Garriga Vela (Barcelona, 1954) se dio a conocer a un refinado público
lector con Una visión del jardín (1985), una década después publicó, Muntaner,
38 (1996), durante este tiempo, su proceso narrativo ha ido creciendo con
el paso de los años, El vendedor de rosas (2000), ofrece una mezcla de
géneros: autobiografía, realismo, fantasía y metaficción, características
comunes al resto de su obra. Los que no están (2001) y Pacífico
(2008), son sus últimas entregas hasta el momento. Ahora sorprende con una
extraña recopilación, tanto por su tratamiento, como por su textura, en
realidad, puede concretarse en un curioso anecdotario personal, con recuerdos
infantiles, bastante evocación familiar, el pasado barcelonés del autor, creado
como un auténtico espacio cerrado, concebido a medida, que presupone una
auténtica meta-reflexión porque entre sus líneas suelen confundirse realidad y
ficción. El volumen lleva por título, El anorak de Picasso (2010), o
cinco aparentes relatos de vida propia, con algún atisbo de literatura.
Garriga Vela posee una extraña
cualidad para confundir al lector con el juego de su memoria y de la ficción, quizá por eso, el
más extenso de los textos, El anorak de Picasso, resulte, de los cinco,
el más atrayente porque parte de un recuerdo verdadero, las circunstancias que
relacionan al narrador, el niño Garriga Vela, con un inmueble en la Barcelona del Ensanche,
Muntaner, 38, y la convierte en una vivienda repleta de fantasmas cuya estela
se extenderá cincuenta años más tarde, cuando el escritor, descubra los pasos
del primer inquilino conocido: Santiago Rusiñol. Allí mismo fundaría el pintor
el movimiento modernista «Cau Ferrat» que reunió a notables del momento,
Clarasó, Casas, Canudas, Cerdá y otros, y allí, también, fue donde la familia Garriga se instalaría y,
otro notable, Pablo Picasso le encargó, al sastre Garriga, un anorak en el año 1934, un mágico lugar
que, bastantes años más tarde, el escritor recrearía en su primera novela. El
resto, una memoria vivida, dará pie a cuatro historias más que de una forma
hilvanada se confunden unas con otras: «El cuarto del contador», «El teléfono
del señor Permanyer», «Días felices en Tánger» y «El kilómetro cero», suma de
experiencias infantiles y juveniles, llamadas de teléfono, recortes de prensa,
fotografías familiares, cines de barrio, o ciudades confundidas como Barcelona,
Málaga, Tánger que, con bastante de autobiografía, conforman estos relatos que
se confunden con su propia literatura, el autor recrea algunos pasajes y nos
devuelve algunas de las situaciones y personajes de sus novelas. Lo mejor, la
poderosa inventiva de Garriga Vela cuando practica, como su amigo barcelonés,
Vila-Matas, metaliteratura, y ensaya para nosotros, como si de un auténtico
juego de manos se tratara, a la espera de que la siguiente línea sea, una
verdad o el mejor ejemplo de una buena mentira.
EL
ANORAK DE PICASSO
José
Antonio Garriga Vela
Barcelona,
Candaya, 2010.
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