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MI
HERMANO ÉTIENNE
En
las primeras páginas de Mi hermano Étienne (2007) una voz se queja de lo
pronto que la villa ha olvidado a sus hombres célebres, a aquellos que como él,
¡pobres muchachos!, lucharon por la libertad y la gloria de la nación. La Historia siempre abandona
a sus héroes pero, con este relato, que muestra el signo de los valientes,
algunos años después, un octogenario narrador pretende preservar la memoria de
uno de ellos, su hermano, para que todos sepan que, el más generoso de los
hijos de Francia, nació en La
Savarite, una aldea cercana a Montbrun.
Étienne Galeron solicita, al comienzo de
la novela, la ayuda de su hermano pequeño Roch, personaje narrador, que vive
con el resto de la familia en un pequeño pueblo de los Pirineos Meridionales, a
la espera de esos acontecimientos que una Revolución convulsa provocará en el
ánimo de algunos ciudadanos franceses que no terminan de asumir los cambios
propiciados por la república. Roch ansía la vuelta del valiente hermano,
confinado en un seminario de la
Borgoña, porque éste le ha enviado una misteriosa misiva
donde le comunica que ha abandonado sus votos para alistarse en el ejército; en
realidad, este y no otro, es el motivo y la trama novelesca para contar una
historia que persigue, por encima de todo, descubrir la verdad de esa terrible
decisión adoptada por el hermano, un relato que contribuye, además, a
esclarecer esas posteriores misiones secretas encomendadas contra los españoles
que se irán desvelando en los capítulos siguientes o para que, de alguna
manera, nunca se pierda la memoria de estos hechos.
Óscar Esquivias (Burgos, 1972) ya se
había aventurado en este tipo de narrativa, juvenil, con una anterior entrega
titulada, Huye de mí, rubio (2002), ambientada en esa brutal realidad de
violencia que viven algunos de los países Centroamericanos en la actualidad.
Quizá la finalidad de estos relatos, exclusivos de un público lector joven, sea
precisamente la de ensayar historias creíbles que incluyan no pocos
interrogantes que obliguen a reflexionar a esos lectores tan cómodos como
exigentes y, por otra parte, descubran el valor que supone la vida en
situaciones adversas, o la importancia del bienestar y la felicidad, la
angustia o el dolor, tanto el propio como el ajeno, la amistad o la enemistad,
el bien o el mal, la libertad y la justicia o lo hermoso de un concepto tan
vilipendiado como el de la paz, en definitiva.
En esta ocasión, Esquivias, se sirve de
un trasfondo histórico, diciembre de 1793, cuando la Revolución Francesa
proyecta su mayor momento de radicalismo, para reflexionar también sobre
algunas de las cuestiones apuntadas porque la Historia ofrece, en igual
proporción, la enseñanza de un pasado y de unos acontecimientos que,
indiscutiblemente, se concretan en un futuro presente. Mi hermano Étienne
cuenta parte de una historia familiar, el narrador tiene doce años en el
momento de la acción, vive bajo la autoridad del severo abuelo Galeron, con su
madre, viuda, y sus dos hermanas, porque el hermano mayor, Adrien, ha muerto en
la guerra y Étienne, quien le precede, ha huido del seminario, y lo ha
convertido en su confidente a través de una carta donde le da detalles de su
paradero y cuenta cómo se ha alistado en un escuadrón de húsares porque
pertenece al círculo cercano del ciudadano Robespierre. Paralelamente, y para
configurar mejor la ambientación histórica gala, otros personajes deambulan por
la casa, un enigmático y oscuro maestro de música, el señor Ribalet, se cuentan
algunos episodios graciosos acerca de la cercana familia Lescoteaux y la
señorita Agathe, siguen las doctrinas del padre Nief que vista frecuentemente
la casa o, el joven valiente, vive las desventuras del gitano Vidal. En las
páginas que siguen a esta somera introducción, se decide la suerte y la
aventura que corren algunos de los miembros de esta familia, mientras otros
temen por sus vidas, episodios protagonizados por el joven Roch quien se arma de
valor para localizar el paradero de su hermano porque el mismo Robespierre le
ha encargado una secreta misión que a nadie debe desvelar, ni siquiera a sus
seres más queridos que, como cabría esperar, temerán por su vida confinado,
como está, en las mazmorras del castillo de Foix, de donde logrará huir con la
ayuda de su hermano pequeño.
Esquivias logra ambientar, con
sabiduría, una obra pretendidamente juvenil, aunque con la maestría de un
narrador que dosifica los datos históricos incorporados a su relato, así como
la acción contenida y creíble que sostiene la historia contada. Al margen de
aparecer en una colección para jóvenes lectores, bien vale echarle un vistazo a
esta novela que se propone mostrarnos buena parte de un pasado, junto a alguno
de los valores humanos más elementales.
MI HERMANO
ÉTIENNE
Óscar Esquivias
Zaragoza,
Edelvives, 2007; 222 págs.
especacular
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