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viernes, 18 de septiembre de 2015

Belén Garcia Abia



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EL CIELO OBLICUO




      Esta es simplemente, una historia de mujer que necesita dar salida a algo que para ella se ha convertido con el paso del tiempo en una necesidad acuciante, dirimir esa paradoja para lo que fue educada, la esperanza de engendrar y la agónica sensación de no poder lograrlo, y es así como es capaz de establecer un monólogo a través de un auténtico diario, y escribir sobre esa no-maternidad que le lleva a una mirada sobre otras muchas cuestiones, femeninas o feministas, aunque tan reflexivas como cargadas de una sostenida emoción, sobre el intenso tema tratado. Y leemos, «Mi ginecóloga no sabe que voy a escribir un libro sobre mi no-maternidad, tampoco sabe que aparece en él; ella y su cara de desprecio. (…) Escribo sobre mi pequeño dando vueltas en mi sala de espera, sobre mi útero vacío, sobre mi no-concepción, sobre mi ángel de la guarda, sobre Yerma (…) sobre que hemos nacido para ser madres y no lo somos, que nos han parido para ser madres y no lo somos».
     Belén García Abia (Madrid, 1973) se enfrenta en El cielo oblicuo (2015) con un texto breve, apenas ochenta páginas, al incuestionable y espinoso término de la maternidad y sobre lo que podrá ser o será, a partir de un frío diagnóstico que revoca los sueños de esta mujer, pero cuya voz representa, sin duda, a la de otras muchas. Pero este libro, pese a su tratamiento, incluso y estructura, no es un ensayo, sino más bien una «novela de la vida», como la de muchas antecesoras de la madrileña, porque algunas narradoras perdieron un hijo, y otros nunca lo tuvieron, Martín Gaite o Garro, Woolf y Mansfield, Duras y McCullers, o más recientemente Hustvedt, Ozick, Oates, Sexton; es, en realidad, una novela breve y exacta sobre una mujer de este tiempo, sobre una no-madre que vive, reflexiona y escribe sobre conceptos y tradiciones, sobre la mujer complaciente y obediente, o la mujer feroz, como ella y sobre las mujeres en general, aunque por extensión sobre todos los seres humanos, envueltos en sus sueños, mujeres y sobre hombres con voz porque en el “Epílogo” se dirige a Telmo, el único hombre invitado y este le cuenta la relación con su madre: su vida, los momentos finales hasta su muerte, los ratos de lectura, y sobre todo ese concepto de que “la voz es la que abre el alma”, y ese peso de la ausencia.
      Esta no-maternidad, según García Abia, se “escribe para reconstruir los recuerdos”, porque el tiempo, sin duda, es aquello que no tiene nunca lugar y jamás lo tendrá.











EL CIELO OBLICUO
Belén Garcia Abia
Madrid, Errata Naturae Editores, 2015; 76 págs.



 

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