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NOCHES EN BIB-RAMBLA
Carolina Molina (Madrid, 1963)
es, sin duda, una enamorada de Granada y una fervorosa defensora del esplendor
de al-Andalus en la ciudad de la Alhambra. Su concepto de novela histórica es tan
amplio que, tal vez, las formulaciones, las motivaciones y los resultados que
obtiene en sus planteamientos narrativos son tan dispares como para concretar
que utiliza el género para analizar críticamente un pasado, para investigar en
ciertas cuestiones genéricas de la naturaleza humana, para evocar ese pasado y
proyectarlo sobre el presente, para defender la libertad de unos hombres y
mujeres, incluso como una fuente de sabiduría, o para someter ese pasado al
experimento de una temporalidad convertida en ficción. En su anterior novela, Guardianes de la Alhambra (2010),
cuenta la relación del escritor Washington Irving con Manuel Cid, un joven
pintor que asiste a la gestación de los famosos cuentos del escritor
estadounidense y se convierte en el alma de cuantos viajeros visitan el
monumento granadino, Mérimée, Gautier, Ford, y Dumas, el apasionado autor de Los tres mosqueteros, serán los autores
a quienes el joven Cid servirá de cicerone. Al mismo tiempo, la narradora
subraya las dos grandes pasiones de su héroe, la defensa a ultranza de los
valores monumentales de la
Granada decimonónica y el inquebrantable amor romántico que
siente por Francesca, condesa romana, con quien vive un amor adúltero y tormentoso
a lo largo de su vida.
La novelas de Carolina Molina
denuncian la destrucción del patrimonio artístico de la ciudad de Granada, levantan
acta de las tropelías llevadas a cabo hacia finales del XIX en nombre de la
modernidad, y subrayan las acciones que algunos intelectuales de la época
pretendieron evitar; paralelamente inventan situaciones de una realidad
histórica y documentada poco común y, por supuesto, cuentan la vida de unos
personajes que se mueven por unos impulsos solidarios y la lucha inquebrantable
llevada a cabo en una realidad fácilmente reconocible aun en los días de hoy. Noches en Bib-Rambla (2012), la segunda
entrega de la serie, insiste en esa expoliación del patrimonio granadino,
representado por la famosa puerta de las Orejas, cuyo vestigio aun hoy permanece
en el Bosque de la
Alhambra. Max Cid, hijo de Manuel, que ha vivido su infancia
y juventud en Madrid, junto a unos tíos, vuelve después de muchos años de
ausencia a la casa familiar para hacerse cargo de la herencia dejada por el
padre y a enfrentarse a los deseos de su madre, la Benajara. Tras unos meses de
correrías y juergas juveniles con algunos calaveras de su entorno, Juanito
Morell, entre otros, realiza los primeros descubrimientos sobre el pasado
romano de la ciudad andaluza, conocida con el nombre de Iliberri, interés que
pronto inmortalizará en unos folletines publicados en prensa. Vive un amor,
apasionado, con Francesca, aunque pronto averigua que se trata de la gran
pasión de su padre, y se convierte para el joven Cid en un amor frustrado que
más tarde curará con Valeria. La historia siempre se repite, y para ellos deberá
transcurrir casi toda una vida para que los amantes vuelvan a unirse después de
las numerosas peripecias que salpicarán su agitada existencia. Sobresale la
sombra siempre presente del profesor, Julián Mínguez, en otro tiempo preceptor
y amigo del padre difunto, que se convertirá en el mentor y maestro del joven
Cid.
Carolina Molina ha
escrito una novela de una fidelidad histórica asombrosa, con una amenidad
literaria sorprendente, ambientada en una España tan decadente como romántica
donde los lances de honor aun se medían con duelos, pero también despertaba el
mundo de la especulación y de la modernidad en una Granada que no había
descubierto el valor del patrimonio artístico que le daría la fama universal.
Los personajes, psicológicamente, bien construidos realizan su papel según
dicta su narradora y al hilo de la historia inventada, junto a la saga de los
Cid, se asoman los nombres de Gómez-Moreno, los escritores Fernández y González
o Pedro Antonio de Alarcón y un jovencísimo Pérez Galdós, se recuerda la figura de Irving y toda una
larga lista de políticos, intelectuales, artistas o pintores vinculados a la
ciudad. No faltan los datos históricos que a lo largo del XIX fueron tan
abundantes como sorprendentes, la guerra de África, la visita de Isabel II y de
Mariano Fortuny a la ciudad, la declaración de Monumento Nacional de La Alambra, el atentado del
general Prim, el reinado de Amadeo I de Saboya, el general Pavía entra en las
Corttes y pone fin a la Primera República
Española, el pronunciamiento militar de Martínez Campos, las inundaciones de la
vega granadina, la epidemia de cólera, el derribo de la Puerta de las Orejas o el
incendio en la Alhambra,
en 1890, que afectó a la Torre
de Comares, se extendió por la
Sala de la
Barca y la galería próxima al Patio de los Leones.
Cuando uno termina de leer esta
novela, Noches en Bib-Rambla, tras
conocer las vicisitudes de toda una saga familiar, la lucha personal de Maximiliano
Cid, los trabajos de la
Comisión de Monumentos, o la defensa del patrimonio
artístico, lo importante es que, sin duda, podamos entender como toda una
realidad/ficción, se sustenta por el aliento, el sentido y el valor de las
palabras, como acertadamente afirma un personaje al final cuando, vislumbrando
la lejanía, se lamenta del incendio que asola a la Alhambra.
NOCHES EN
BIB-RAMBLA
Carolina Molina
Barcelona, Roca Editorial,
2012; 446 págs.
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