BENJAMÍN
JARNÉS
(Elogio
de la impureza. Invenciones. Intervenciones)
Benjamín
Jarnés se distingue por la vastedad de su obra, caracterizada por la libertad
compositiva (en parte de ella conviven lo narrativo, lo lírico y lo
ensayístico). El escritor pone de manifiesto sus inquietudes, su sólida
formación humanística, su defensa de la modernidad y su inclinación por
interrelacionar y encontrar un equilibro entre los aspectos vitales y
literarios, entre la pasión y la razón, y por enaltecer los más altos valores
del espíritu, la libertad, la tolerancia, la imaginación o el humor entre otros.
Con estos presupuestos tanto literarios como humanos no es de extrañar que la
figura y la obra de Benjamín Jarnés (Codo, Zaragoza, 1888, Madrid, 1949) se
situase, en la década de los 20 y los 30, como una de las grandes promesas de
la literatura española del momento, crítico influyente, orador brillante y,
sobre todo, el mejor prosista de su generación, miembro activo de Arte Nuevo.
Carlos Alvar, José Carlos Mainer y Rosa
Navarro en su Breve historia de la literatura española (2000) hablando
de otros escritores del 27 señalan lo siguiente: «Suele decirse que fue una
etapa poco feliz para la novela porque gravitó sobre todos los jóvenes el
interdicto que Ortega y Gasset había impuesto a la novela realista. Benjamín
Jarnés fue quien mejor representó una nueva narrativa que, en su caso, al
menos, es muy injusto llamar «deshumanizada». No fue muy rica en tramas pero,
fiel a su admirado Gabriel Miró y también a la alegría intelectual de Jean
Giraudoux, reflejó la búsqueda de la serenidad, del amor, y de la plenitud
vital en los libros que tienen mucho de transmutación de su difícil trayectoria
personal y que están escritos y, por así decirlo dominados, en una admirable y
vivaz lengua poética: así sucede en El profesor inútil (1926), El
convidado de papel (1928) y Lo rojo y lo azul (1932), que narran la
vida que conoció en un seminario y en un cuartel, respectivamente; en fantasía
de abolengo unamuniano como Locura y muerte de nadie (1929) y Escenas
junto a la muerte (1931) y en fábulas sobre la docencia y la ambición de la
verdad vital, relación maestro-discípulos, como por ejemplo en Viviana y
Merlín (1930), San Alejo (1934) y Libro de Esther (1935)».
Nacido en Codo (Zaragoza), el 7 de
octubre de 1888, vivió los primeros años de su niñez y adolescencia en el
Seminario de Zaragoza, de los doce a los veinticinco, para abandonar su
vocación sacerdotal e ingresar en el ejército, trasladándose a Barcelona, y
posteriormente a Zaragoza, con el empleo de sargento y en cuya Escuela Normal
de Magisterio se graduará en 1916. Desde entonces el Ejército será su
profesión, se casará ese mismo año con Gregoria Bergua y es destinado a Jaca
donde empieza a colaborar en la prensa La Crónica de Aragón, El Pilar y otros
periódicos, La Unión
y El Pirineo Aragonés. Dos años más tarde es trasladado a Larache,
donde pasará, dos años, hasta que a finales del 1919 consigue un traslado a la Intendencia General
de Madrid.
En Tetuán había conseguido escribir
varias piezas teatrales con Rafael López Rienda, además de sus colaboraciones
en la prensa local, Norte de África, El Popular o La Unión Española.
Una vez en Madrid se siente abrumado por sus problemas económicos, el
sueldo de sargento de Intendencia y su dedicación al Estado le ocupan muchas
horas al día, así que persigue casi la profesionalización del escritor moderno
que le llegará, definitivamente, en 1929, aunque para esa época ya ha
publicado, su primera novela, El profesor inútil (1926) y está
considerado como uno de los jóvenes valores junto a García Lorca, Salinas,
Espina o Guillén.
Desde que, en 1925, Benjamín Jarnés se
incorporara a Revista de Occidente su nombre aparece en la mayoría de
las revistas de la joven literatura: La Gaceta Literaria,
Mediodía, Litoral, Verso y Prosa, El Estudiante, Residencia, Manantial, Mundo
Ibérico, Cosmópolis, Orientaciones, Hélix, Pasquín y, en Argentina, el
diario La Nación,
las revistas Proa, Sagitario, Síntesis, Caras y Caretas; en México
la revista Contemporáneos; en Cuba, Revista de Avances; en
Alemania, Die Neue Rundschau y Europäische Revue. Fue el sueño de todo
joven escritor, aunque la realidad de su éxito no fuera excesivamente
prolongada; en 1929 poseía un extraordinario prestigio que conservaría hasta
1936, porque los avatares de la historia le ayudaron poco. Jarnés sufrió un
proceso de politización que se haría patente en 1935 en el Congreso
Internacional de escritores en Defensa de la Cultura, de París. Escritores como Gide, Mann,
Huxley, Malraux, Barbuse o Éluard
promovían una reconciliación del intelectual con la vida pública a
través de un compromiso cívico que en muchos de los casos derivó en forma de
afiliación al Partido Comunista. Algunos de sus amigos derivaron hacia
posiciones de abierta militancia revolucionaria como José Díaz Fernández o
Antonio Espina; otros como Ernesto Jiménez Caballero sintieron fascinación por
el fascismo, a través de su admiración por el Imperio, el Catolicismo, la Tradición y la Disciplina.
En 1926 había publicado El profesor
inútil, novela sobre la que se realizaron reseñas muy favorables y elogios
acerca de su prosa estilizada y por ofrecer, técnicamente, en un relato
fragmentario, mezcla de poesía y ensayo. En enero de 1927 su nombre figura en
el número inaugural de La
Gaceta Literaria y, en una revista murciana, Verso y
Prosa. Más tarde publicaría una novela sobre sus recuerdos en el seminario
titulada, El convidado de papel (1928) y otra de las grandes puertas que
se le abrieron fue la de Cuadernos Literarios de La Lectura, una serie de libros
selectos, en cuya colección habían colaborado científicos, ensayistas,
literatos o pintores como Ramón y Cajal, Menéndez Pidal, Regoyos, Gutiérrez
Solana, Baroja o autores más próximos como Gómez de la Serna y Gerardo Diego.
La revista Brújula se fraguó en
la tardes de café en casa de Gregoria y Benjanín Jarnés, por allí aparecieron
los jovencísimos Ricardo Gullón e Ildefonso-Manuel Gil, a cuya tertulia se
sumaron Enrique Azcoaga y Julio Angulo. El primer número aparecería en enero de
1932 y hubo cuatro entregas nada más, hasta que dos años más tarde, se
convertiría en Literatura, auténtico mirador de la promoción de los años
treinta que, posteriormente, fue rebautizado como del 36; por la redacción
pasaron Juan y Leopoldo Panero, María Zambrano, José Antonio Maravall, José
María Alfaro, Arturo Serrano Plaja, José Ferrater Mora, Pedro Pérez Clotet,
Tomás Seral y Casas, José Ramón Santeiro, Ramón Gaya, Antonio Sánchez Barbudo, Andrés Ochando, Rafael de
Urbano, Enrique Azcoaga y, por supuesto,
Gullón y Gil, y pronto se sumaron los consagrados Gerardo Diego, Jorge
Guillén y Vicente Aleixandre.
Los años 35 y 36 fueron fecundos, pese a
los vaivenes políticos, para Jarnés. Apareció la segunda edición de El
convidado de papel (la 1ª de 1928), un nuevo libro de ensayos, Feria del
Libro, la biografía Castelar, hombre del Sinaí, y las novelas
heterodoxas Libro de Esther y Tántalo, la primera un diálogo
pigmaliónico y culturalista y la segunda una farsa sobre los males del teatro.
Durante el primer semestre del año 36 siguió con sus colaboraciones en El
Sol y el Heraldo de Aragón, además de numerosas conferencias sobre
Bécquer, Cervantes, Goya, y la versión definitiva de Viviana y Merlín (la
1ª de 1930), la biografía Doble agonía de Bécquer, la sátira Don Álvaro
o la fuerza del tino y el melodrama Sala de espera. No obstante, el
escritor dio en aquellos momentos señales de cansancio como se puede leer en
algunos de los muchos cuadernos íntimos que lo acompañaron desde 1929 hasta
bien entrada la década de los cuarenta, durante su estancia en México.
Jarnés es movilizado y se reincorpora al
Cuerpo Auxiliar de Intendencia y poco después es destinado a Quintanar de la Orden. Allí vive la
barbarie de la guerra civil, y es requerido por el Grupo Artístico García Lorca
para pronunciar un discurso sobre la educación y la cultura como sustentos del
ciudadano libre. Es trasladado a Toledo, más tarde a Valencia y finalmente a
Barcelona, donde escribirá una nueva novela, Su línea de fuego, y
adelantó un fragmento de ella en 1938 en Hora de España, pero aunque
quedó en pruebas de imprenta en enero de 1939, se publicó en 1980. Algo parecido ocurrió con Eufrosina o la
gracia, entregada a la editorial Apolo antes de empezar la guerra y
congelada durante más de diez años, hasta que apareció en 1948, unos meses
antes de morir el escritor. Como tantos otros, Jarnés emprenderá su exilio
inicialmente en Buenos Aires, pero en París la Legación de México le ha
incluido para la primera expedición del buque Sinaia, programada para el
24 de mayo y el buque zarpó en los últimos días de ese mes y atracó el 13 de
junio en Veracruz, y una semana más tarde Jarnés se trasladó a México D.F. para allí fijar su residencia. En la capital
de México fue biógrafo, antólogo y llevó a cabo dos proyectos enciclopédicos, El
libro de oro de los niños (1946) y Enciclopedia de la literatura (1947),
además de cuatro nuevos títulos de narrativa, La novia del viento (1940),
Orlando el pacífico. Cuento de hadas (1942), Venus dinámica
(1943) y Constelación de Friné (1944).
Los primeros síntomas de la
arteriosclerosis cerebral en 1946 hacen que la situación de los Jarnés empiece
a ser precaria. Deciden volver a España en 1948 y llegan el 10 de febrero a
Barcelona, donde se preparaba la edición de su novela Eufrosina o la gracia,
y vuelven a Madrid dos días más tarde, a su ático de la calle de Santa
Engracia; muy pronto sus antiguos amigos y discípulos lo visitan: Enrique
Azcoaga, Ricardo Gullón, Ildefonso-Manuel Gil, pero el escritor los miraba ya
con los ojos casi desentendidos. La muerte se produce el 10 de agosto de 1949.
Ildefonso-Manuel Gil envió una nota necrológica al Heraldo de Aragón, que
prohibió la censura en varias ocasiones, y fue publicada, finalmente, por el
diario Alerta de Santander. Domingo Ródenas Moya realiza la Introducción
y selección de Elogio de la impureza. Invenciones e
Intervenciones y, actualiza, de alguna manera la figura emblemática de Benjamín
Jarnés, a quien durante la última década se ha venido reivindicando desde los Cuadernos
jarnesianos, de la
Institución Fernando el Católico, de Zaragoza, así como la
edición y reimpresión de algunas de sus obras significativas. La edición del
profesor Ródenas Moya recoge, entre las Invenciones, los textos de la
primera versión narrativa del escritor, para quien sus obras están en
permanente estado de revisión: «Dos mercados», «El profesor inútil»,
«Andrómeda», «Circe», «Paula y Paulita», «Vida de San Alejo», «Viviana y
Melín», «Dánae», «Locura y muerte de nadie», «Elegía a un amor beodo», «Escenas
junto a la muerte» y «Tántalo», y en el apartado Intervenciones, se recogen algunos
inéditos interesantes, «Ejercicios», «Sobre cultura contemporánea», «El amor en
la novela», «Discurso a los holgazanes» y «Discurso a un combatiente», textos
que, en cierto modo, como señala Ródenas Moya, testimonian la voluntad de
Jarnés de intervenir socialmente, en el ámbito de lo literario, y en el de la
política.
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