Andrea Stefanoni
“La
abuela civil española, es una forma de contar ese pasado y significarlo
de alguna manera”.
Andrea
Stefanoni nació en Buenos Aires en 1976. Colaboró en diversas revistas y
suplementos culturales. En la actualidad desempeña el cargo de gerente en la
librería El Ateneo-Grand Splendid. En 2009 fundó Factotum ediciones, sello que
dirige. Y es coautora con Luis Mey del libro titulado, Tiene que ver con la furia (Emecé, 2012). En España, Seix-Barral,
publica su novela, La abuela civil española (2015).
¿Qué
tiene de memoria y cuanto de ficción, La abuela civil española (2015)?
Es
muy difícil cuantificar eso y no tendría sentido hacerlo. Como ocurre con las
novelas históricas, la historia es “verdadera”, los personajes también, pero
todo eso está narrado con una cuota de ficción. Por otro lado, la memoria
también tiene algo de ficción, en la medida de que la guerra que relato no es la Guerra sino la guerra de
mis abuelos.
Se lo
pregunto, porque sobre todo, la primera parte, es un auténtico episodio de la
guerra civil española.
Como
decía, es un episodio de la guerra de mis abuelos, de lo que quisieron
recordar, de lo que quisieron olvidar y de cómo quisieron retener esos hechos
en su memoria y luego contarlos a sus hijos y nietos.
La
novela se estructura en tres partes bien diferenciadas, y con un tono
diferente, la guerra, la nueva vida, y la voz de la nieta, ¿ofrecen tres
perspectivas distintas de toda una vida llena de incertidumbres y de auténtica
aventura humana?
Son
momentos muy diferentes y la novela trata de mi abuela fundamentalmente, pero
también de mi relación con ella, sobre la capacidad de las personas para
procesar el pasado, su pasado, para adaptarse a diferentes contextos vitales
(de Boeza hasta las islas del Delta) y reinventarse sin dejar de ser ellas
mismas y ser siempre un poco extranjeras (por ejemplo, mi abuela habla un
castellano que no es ni el de España ni en de Argentina completamente), aunque
el acento es el de recién llegada.
Analicemos
la novela, la primera parte se desarrolla en España, en plena guerra civil y
los duros años posteriores, y está perfectamente ambientada, ¿su información
procede de testimonios reales, o ha tenido que hurgar en la Historia reciente de
España?
Mi
información procede básicamente de los relatos de mis abuelos, de su memoria,
de lo que para mí fue escuchar esos relatos siendo una niña, completados luego con mis propias lecturas
sobre el tema cuando ni siquiera pensaba escribir este libro. Pero no se trata
de una novela sobre la guerra civil sino sobre personas marcadas por esa
guerra.
Llama
la atención ese odio entre hermanos, tan característico en la guerra civil,
¿fue esta una aportación especial de sus abuelos?
No
creo, esa es una característica de la guerra civil, que dividir a una sociedad
y no enfrentar a gente de diferentes países o regiones –sino que la división es
más bien ideológica- divide a las familias. Creo que este caso refleja lo que
ocurrió en muchas familias españolas en un contexto en el que dos Españas se
enfrentaron literalmente a muerte. Pero toma ribetes más trágicos cuando uno
pone la lupa en las “pequeñas” historias personales, que es lo que se hace en
la novela.
Sin
embargo, el tono cambia tras la travesía a Buenos Aires, y el asentamiento de
sus abuelos en El Tigre, ¿el tono cambia y nos acercamos a una realidad que
usted y su familia vivieron?
Sí,
pero también a una realidad más calma, acorde con el contexto de las islas. Ahí
ya no existe el contexto de la gran historia épica (la guerra), solo queda la
épica cotidiana de adaptarse y vivir en un territorio que parece el campo pero
que no lo es, donde las casas se montan sobre pilotes y la vida trascurre en
relación muy estrecha con el río, las inundaciones, incluso para alguien como
mi abuela que nunca aprendió a nadar.
Y una
última parte, más breve, la mirada de la nieta, y sus vivencias con unos
abuelos dedicados a buscarse la vida y a sobrevivir; ¿es esa la imagen que ud.
quiere proyectar en primera persona?
Sí,
es la única parte que conozco de primera mano y donde puedo aportar mi propia
memoria.
¿Sus
abuelos nunca dejaron de sentir el desarraigo de su tierra? ¿Nunca volvieron?
Hace
un tiempo, revisando papeles suyos, documentos, encontré su pasaporte, y en una
de las páginas había un sello azul que decía: “El titular de este pasaporte
queda autorizado para salir de España una sola vez”. Y se me hizo un nudo en la
garganta, porque, efectivamente, así sucedió: mi abuelo nunca volvió. Mi abuela sí, en su vejez volvió al pueblo. Pero
encontró un país muy diferente al que había dejado y no se terminó de sentir en
“su” tierra. Sin embargo la abuela siempre insiste en que es española, a pesar
de los 65 años que lleva viviendo en Argentina.
El
miedo siempre estaba presente en las vidas de Consuelo y Rogelio, ¿incluso
tantos años después?
Hasta
cierto punto sí… sobre todo en los primeros años. Después la memoria va
filtrando y esos miedos ya quedan como lugares recónditos de la personalidad, y
ya son más difíciles de visualizar.
¿Existe
un paralelismo entre lo que sienten los abuelos y los nietos Sofía y Pablo con
respecto a la isla y a su vida allí?
No
creo. Para mis abuelos ese fue el lugar donde rehicieron su vida. Para sus
nietos un lugar al que naturalmente desde niños iban a pasar fines de semana o
vacaciones. En todo caso fue un lugar de encuentro entre abuelos y nietos, y la
novela sale en gran medida de mis recuerdos en esa isla, de los perros que
vivían allí, de los mejores momentos de la infancia. No todo el mundo tiene una
isla en su memoria, yo tuve la suerte de tener esa.
¿Esta
novela es una forma, definitiva, de reencontrase con el pasado español de su
familia?
No
sé si definitiva, pero es una forma de contar ese pasado y significarlo de
alguna manera. Para mí España durante años fue el relato de mis abuelos, hasta
que pude viajar y conocer por mí misma.
Se lo
pregunto porque, aunque trate un tema excesivamente duro, se evita un
sentimentalismo al uso, muy efectivo literariamente hablando.
En
la novela traté de escapar a los golpes bajos y a ese sentimentalismo, y que
los hechos duros hablaran por sí mismos. Ya es una historia suficientemente
dura, pero también vital, como para cargar las tintas con el lenguaje. Es dura,
pero no deja un sabor amargo, sino que creo que deja un mensaje bastante
esperanzador.
La abuela civil
española se publicó
originariamente en Argentina, un año antes, ¿qué repercusión tuvo allí un
relato como este?
Tuvo
mucha repercusión, va por la tercera edición. La Guerra Civil fue un
hecho que conmovió en su momento a la sociedad argentina, desde movimientos de
solidaridad hasta la recepción de migrantes, y muchos tienen de algún modo su
abuela civil (y el que no la tiene española la puede tener de otro sitio,
italiana, polaca…). Por eso se trata a la vez de un tema lejano y muy cercano
al mismo tiempo.
Una última y curiosa pregunta, usted se
ha dedicado durante buena parte de su vida al mundo de la cultura y el libro, y
actualmente es gerente de una gran librería porteña, El Ateneo Grand Splendid,
¿cuál es la perspectiva de alguien que gestiona el mundo impreso con respecto a
una obra propia?
Gestionar el mundo impreso sería como demasiado…
No sé cual es la perspectiva, tal vez sea un libro más en los anaqueles de las
librerías. Lo importante es lo que pasa cuando llego a mi casa y leo los
mensajes que me escriben los lectores. Eso me hace feliz. A veces se los leo a
la abuela, la complicidad que se genera en esos momentos, no tiene precio,
jamás sentí algo así con nadie. En ese sentido pienso que lo logramos, sea lo
que sea “lograrlo”.
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