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martes, 8 de septiembre de 2015

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La cinta de Moebius
Manuel Talens

Alcalá Grupo Editorial (2007)
190 págs.


     Ángeles, arcángeles, profetas e incluso Dios campean por el cielo cristiano en la nueva novela de Manuel Talens (Granada, 1948), La cinta de Moebius, en realidad, una satírica e irónica visión de cuantos males y vicios, actitudes y aspectos variados han pesado sobre la Humanidad; hecho que, lamentablemente, ha lastrado a nuestra sociedad desde los tiempos inmemoriales hasta este tercer milenio —más concretamente 2009— en que comienza la historia. Visto desde una perspectiva amable, el libro es un juego en su sentido más estricto, porque el autor propone un invento para que la ciencia, de alguna manera, otorgue destreza a los humanos para salvar una realidad insalvable. 




     Alejado de una estética narrativa anterior tan lírica como exquisita, contundente en ocasiones, Talens mantiene —no obstante— una visión cómica de las situaciones más extremas, como ya ocurría en sus novelas Hijas de Eva (1997), La parábola de Carmen la Reina (1999) o los cuentos Rueda del tiempo (2001). Aunque tampoco deja pasar su oportunidad para ejercer de juez severo de su tiempo, y empuja al lector a conocer a una corte celestial donde —como en la tierra— no todo es maravilloso, porque Dios está cansado y malvive en un estado de coma permanente. Será el arcángel Gabriel quien tome las riendas para realizar, volviendo al pasado y a través del presente, un auténtico repaso del origen del mundo, la historia bíblica, la justificación del Antiguo y Nuevo Testamento, incluida la Literatura y su corte de maestros: Homero, Ovidio, Virgilio, Dante, Shakespeare, Cervantes o el maestro Gutenberg, inventor de la máquina que cambiaría la escritura.

      Muchos de los personajes que desfilan por estas páginas pertenecen a la corte Celestial y a las almas terrenales que han llegado hasta allí. Sin embargo, para justificar toda la trama, el narrador incorporará los nombres de la doctora Verónica Isenring —una bióloga molecular que ha introducido la era científica en la religión— para que otorgue su diagnóstico de Dios, y John Carmichael Barlow, informático que abrazó la ética hacker, dedicó su vida al hacktivismo —es decir, la modalidad social que consiste en descifrar claves secretas de los ordenadores— y que, aunque desaparecido prematuramente, se encargará del Servidor Divino. Finalmente, Ernesto Cardenal, poeta y apóstata, permite reconocer un mundo terrenal basado en los diferentes aspectos de la cibernética.
     Lo más curioso de la novela, de la historia narrada por un Talens hiriente, son los informes sobre el estado de la nación terrenal de los arcángeles Rafael, sobre la Iglesia católica; Baraquiel, sobre el continente africano; el ángel de la guarda Nicomedes, sobre el conflicto israelo-palestino; el arcángel Seatiel, sobre la globalización; Jehudiel sobre los medios de comunicación; Miguel, con el asesoramiento del profeta Ezequiel, sobre la energía terrenal; y las conclusiones, con gran pesadumbre, del protagonista Gabriel. No es de extrañar que al final, después de una concienzuda lectura, se hable de una «Regénesis» —nada más utópico— en la que Dios vuelve a crear, nuevamente, los cielos y la tierra.
 
La Tormenta en un vaso, 5 de marzo, 2008.

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