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EL MANUSCRITO DE PIEDRA
Hace
ya algunos años, concretamente en la década de los 80, el giro que se dio a la
novela histórica supuso la definitiva consagración a un género que desde
entonces diversificó a los lectores: aquellos que gozaban con una novela culta,
con escenarios y ambientes bien descritos, que recreaban una época concreta, y
otros que añadían a ese tipo de textos un intriga policíaca, criminal, con
asesinos en mitad de la historia. Quizá por lo expuesto, una novela como El
manuscrito de piedra (2008), de Luis García Jambrina, sea la perfecta
combinación para ese tipo de lector al que hemos aludido, una verdad histórica
y una trama de investigación policial. Esto es lo que ocurre en esta asombrosa
novela: a finales del siglo XV, el joven, Fernando de Rojas, estudia Leyes en la Universidad de
Salamanca y por encargo de don Diego de Deza, obispo de la ciudad, tendrá que
investigar la muerte de fray Tomás de Santo Domingo, catedrático de Prima de
teología en el Estudio General salmantino.
A cualquier lector le puede
resultar curioso el hecho de que un personaje literario de fama universal como
Rojas, autor de la Tragicomedia
de Calisto y Melibea, sirva al novelista para fraguar una trama mitad
histórica y mitad policíaca con algunos de los consabidos ingredientes de ambos
géneros. Pero como la ambientación histórica exige rigor, García Jambrina, sin
duda, experto conocedor de la obra del clásico, así como de la Salamanca del XV, de la
vida universitaria, religiosa, incluso de la mundana, despliega sus
conocimientos, los pone a servicio de la buena literatura y urde una trama en
torno a la investigación que debe llevar a cabo el joven Rojas, en la que irán
apareciendo personajes reconocibles de la literatura y la cultura española de
aquellos años, y además proporciona el interés suficiente al lector para seguir
avanzando porque, en ningún momento, decae el interés por ver el final de esta
historia. Y al hilo de todas estas características, y no menos importantes, la
ambientación, la recreación, el espacio en el que se mueven los personajes
reales y de ficción de El manuscrito de piedra son de una perfección y
convicción magistrales porque el lenguaje, la oratoria, la información que se
suministra en los diálogos de los protagonistas, roza la perfección y, el
autor, se permite alguna que otra crítica social como las que llevan a cabo el
propio Rojas y, sobre todo, fray Antonio el herbolario amigo suyo. Una nota
sobresaliente más, la trama a que se enfrenta Rojas para desvelar los
entresijos de ese crimen y, sobre todo, para hacer un repaso a los difíciles
momentos por los que pasaban los conversos en la sociedad salmantina y en el
resto del reino, o los problemas de sucesión de los Reyes Católicos
aprovechando esa crónica histórica con que nos deleita García Jambrina para así
configurar plenamente la trama completa y equilibrada de una novela, o en este
caso de un libro que debe leerse como una auténtica ficción.
EL
MANUSCRITO DE PIEDRA
Luis
García Jambrina
Madrid,
Alfaguara, 2008
En esta ocasión, siento disentir. A pesar de ser de mi tierra, esta obra me dejó frío, demasiadas elucubraciones y una forma de escribir
ResponderEliminarcercana a los best sellers