POESÍA COMPLETA
Luis
García Montero
Barcelona, Tusquets, 2015; 923 págs.
A nadie le cabe
la menor duda del compromiso contraído por Luis García Montero (Granada, 1958)
durante sus años de juventud en las aulas universitarias de su ciudad natal, una
actitud que se prolonga hasta hoy tras una dilatada trayectoria como el poeta
representante de la intensidad sentimental, o de la ironía, que aun se sustenta
por una proyección biográfica gestada en la política y la cultura convulsa de
los ochenta.
Esta Poesía Completa (1980-2015) reúne todos los libros escritos bajo
ese largo y dilatado período de treinta y cinco años, un todo que se concreta
en un “ejercicio de memoria y de conciencia”, según el propio García Montero. Y
a esta edición, prologada por José-Carlos Mainer, se añade, Además, que reunía en 1994 esas
composiciones que el autor calificaba fronterizas en su producción; es decir,
versos que convierten su mundo en una explicación, en una visión de lo más
irónico y, sobre todo, un amparo; y, también, esos otros poemas nunca
publicados en libro que formarían parte de ese carácter fronterizo.
¿Qué va a encontrar el curioso
lector en esta voluminosa Poesía Completa
(2015)? El seguidor de García Montero se reencuentra, con toda seguridad, con
el poeta de la vida, del amor, del dolor, alguien que ha sido capaz de
dignificar la conciencia individual y el diálogo con sus semejantes, y desde
siempre ha reivindicado la conciencia humana y la certeza de haberse dedicado a
una noble tarea; y quien apenas lo haya leído, o solo degustado y parafraseado
alguno de sus versos, casi la totalidad del magno conjunto de su obra. Un
somero acercamiento por algunas de sus inquietudes temáticas, acercará al lector
a un García Montero en su perfil lírico. El volumen empieza con uno de sus
primeros libros, Poemas de Tristia (1982), una obra del apócrifo
Álvaro Montero, un seudónimo con los rostros de Álvaro Salvador y Luis García
Montero, una auténtica reflexión histórica, una introspección emotiva, o ese
firme compromiso con lo inmediato que se intensificaría en El jardín extranjero (1983), premio
Adonais de 1982, y que muy pronto se convirtió en referencia de la joven poesía
española a comienzos de los años ochenta. Diario
cómplice (1987), se convierte en un cancionero amoroso que desgrana
la cotidianidad de un yo poético y construye su discurso en es línea capaz de
separar la sinceridad y el artificio, la vida y la literatura. La variedad de
registros es ahora mayor, y la pluralidad rítmica tendrá un desarrollo más
amplio en Las flores del frío
(1991), el siguiente poemario, publicado en un momento en el que convergen
importantes cambios en el mapa político internacional, la caída del telón de
acero, la disgregación del comunismo, o las tesis neoliberales sobre el fin de
la historia. Las vacilaciones ideológicas posmodernas se prolongan en las
estancias de Habitaciones separadas
(1994), donde un sujeto-viajero transita entre la evocación amorosa, la memoria
familiar y el apunte civil. A lo largo de su itinerario, el poeta defiende una
racionalidad de ecos neoclásicos, en sintonía con el retorno a la Ilustración, y en Completamente viernes (1998), la
presencia del tema amoroso impregna todas las facetas del personaje poético,
desde un paseo por la ciudad o una llamada telefónica hasta el propio acto de
escritura, y es a sí como extrema el ámbito de complicidad definido
anteriormente en su poética, y añade a la epopeya subjetiva del enamorado
ciertas dosis de ironía y unas gotas de escepticismo finisecular. La intimidad de la serpiente (2003)
disuelve las fronteras entre el sujeto lírico y el sujeto real; el deliberado
mestizaje del libro se extiende a su mezcla de tonos, tiempos narrativos y argumentos,
materiales sometidos a una cosmovisión unitaria donde se dan cita su visión
sobre la identidad, el enlace entre la historia pública y la historia privada,
además de una profunda reflexión acerca del sentido de la poesía. Vista cansada (2008), es un
libro que evoca las distintas etapas vividas por García Montero, y dedica
algunos poemas a la defensa de la política, visto el descrédito absoluto del
momento, cuando confundimos política con electoralismo, partidismo, sectarismo
y corrupción. Y para una mejor definición, lo que el poeta mismo ha subrayado,
“en última instancia, si crear
es inventar un mundo y reflexionar sobre él, la creación es inseparable de la
conciencia crítica”, e insiste, “la poesía crea preguntas, interroga,
busca el matiz, y los panfletos no entienden de matices”. Lírica de la
cotidianidad contemporánea sería una definición acertada para Un invierno propio (2011), un intento
para demostrar que el individualismo es la única opción a la que nos aboca el
desamparo generado por nuestra actual sociedad deshumanizada. El carácter
autobiográfico es evidente, García Montero reflexiona sobre su labor como
escritor, y muchos de sus textos tendrán cierto carácter metaliterario
combinado con el tema principal: la melancolía, con un poso de tristeza e
incluso de nostalgia.
El resto de estas casi mil
páginas de poesía de combate, o de actitud vital, se lo dejo al lector que
sabrá sacar, sin duda, partido de uno o mil versos del granadino.
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