JANIS
JOPLIN: CICATRICES EN EL PARAÍSO
Figura emblemática del mundo hippie, la
imagen de Janis Joplin (1943-1970) supuso un crisol abierto a toda clase de
experiencias con la música, el sexo y las drogas. La biografía de Alice Echols,
Janis Joplin, subtitulada Las cicatrices del dulce
paraíso (Circe, 2001) ha supuesto el recuerdo de toda una época y la
de una generación irrepetible de la historia reciente del siglo XX.
Durante
la década de los 60, en la ciudad de San Francisco, los beatniks comenzaban a
dar paso a los hippies: toda una clase de nuevas experiencias que se tradujeron
en música, sexo y drogas. La ciudad se convirtió en la meta de los jóvenes más
inconformistas. Con Las cicatrices del dulce paraíso (Editorial Circe),
se nos ofrece una arriesgada biografía de Janis Joplin, una joven que desde su
hermético Texas, llegó a tocar el cielo de la fama con sus propias manos;
además, el libro, se convierte en la historia cultural de la época que vivió
plenamente: los sesenta, junto a Jimi Hendrix o Jim Morrison, en realidad, una
década que parece atrapada en el tiempo—como afirma Alice Echols—y por sus
mitos, reducida a una serie de clichés destinados a proteger a algunos de esos
significativos protagonistas que hoy se identifican por el «sexo, las drogas y
el rock and roll». Los años sesenta fueron tan raros y alienantes que aún hoy
constituyen un reto a la comprensión de las posteriores generaciones y cuyo
recuerdo se trasmuta aún hoy en las mismas premisas, aunque sin esa profunda
revolución que avalaba a aquella juventud inconformista y que se ha convertido
en un hito irrepetible de la historia sociológica y musical del siglo XX.
La joven Janis
Fue la experiencia de toda una
generación y sufrió todos los cambios que sufrimos los demás, afirmó Jerry
García, cuando Janis desapareció un día
de Octubre de 1970. «Hizo los mismos viajes—confirma, este íntimo amigo—, y se
sintió como el resto de nosotros: perdida, tensa, en lugares extraños» Emulando
a Kerouac se pasó años en la carretera, preparándose para la contracultura que
se avecinaba; los jóvenes vivían en los alrededores de las gasolineras de toda
América y cuando se asentaban lo hacían en los barrios más decadentes de las ciudades.
A Janis Joplin el estrellato le aportó toda una suerte de experiencias, pero
también agudizó su soledad y su vida se convirtió en una sucesión de camerinos,
aeropuertos, hoteles, nuevas carreteras y bares y moteles. Si bien fue una
rebelde, nunca pudo desprenderse de esa educación norteamericana de los
cincuenta, aunque su actitud afianzó una especie de liberación femenina que
empezaba a ensayarse por la época. Janis Lyn nació en la mañana del 19 de enero
de 1943. Hija única hasta los seis años, al menos fue durante ese tiempo la
estrella de la familia Joplin. Brillaba fuera de su casa como un ejemplo a
imitar, en la escuela le fue tan bien que pronto pasó del primer al tercer
curso; a noveno llegó como la chica más popular, tuvo un novio, Jack Smith, que
cuenta que todo en ella era muy normal y todo estaba muy controlado; iba a la
iglesia con su familia y allí adquirió pronto fama por su forma de cantar:
llegó a solista del coro y aunque actuaba, muy de vez en cuando, para ella era
algo importante porque sus amigos iban a la iglesia a escucharla. Su voz de
soprano debió cautivar a la madre que pronto le compró un piano de segunda mano
y le enseñó a tocar canciones infantiles. Por esa época nació su hermanita
pequeña y la familia se trasladó a los alrededores del parque Griffing, una
zona más residencial de Port Arthur, pequeña ciudad donde había nacido Se
trataba de una casa bastante modesta, pero el cambió le otorgó el estatus de
clase media; allí nació otro nuevo miembro de la familia, su hermano Michael.
Las
inquietudes musicales de Janis la llevaron al Little Theater de Port Arthur que
dirigía Grant Lyons, una estrella del fútbol americano. Según cuenta la propia
Janis, su vida social era nula, pero de pronto cinco chicos listos y rebeldes:
Grant Lyons, Dave Moriarty, Adrian Haston, Jim Langdon y Randy Tennant,
empezaron a pasar juntos largos ratos porque les unía su amor por el jazz y por
la música folk y sobre todo la exasperación que les producía las reuniones de
la parroquia y lo anodino de la ciudad. Janis fue, por aquella época, la única
chica que se las ingenió para sumarse a ellos. Juntos se apasionaron por la
música, a la que nunca consideraron como un sonido de fondo, sino una auténtica
declaración de diferencias. Por diversas circunstancias, la joven rebelde,
cuando estaba en la última etapa del instituto les hizo ver a sus padres que no
se iba a convertir en la modesta maestra de Port Arthur como ellos había
planeado y fue entonces cuando empezaron sus pesadillas, sobre todo, con el alcohol.
En realidad, como afirma su biógrafo, Alice Echols, «la mítica Janis Joplin—la
tía fuerte, dura, basta—fue una criatura que ella misma empezó a crear desde su
adolescencia. La criatura le daba una especie de control, pues podía decir que
no era a ella a quien rechazaban, sino a esa de la cháchara que se había
inventado, por su manera de beber, o de maldecir, o de parecer basta». En el
verano de 1961, Janis aprobó el examen del curso de secretaria, y sus padres la
enviaron a Los Ángeles. Inicialmente se alojó en casa de su tía Mimi, que vivía
en Brentwood y le permitía usar la «choza de artista» que tenía en la parte
posterior de su casa. Transcurrido un tiempo, Janis se trasladó a un
apartamento que le ayudó su otra tía, Barbara, que ejercía de agente inmobiliaria,
aunque las estrecheces económicas la llevaron a trasladarse a casa de ésta
última. Aunque mantuvo una buena relación, finalmente volvió a alquilar un
pequeño piso en la parte más sórdida de Venice. Una vez instalada de nuevo en
Port Arthur, Janis decidió matricularse en la Universidad de Texas y
pasó desde el verano de 1962 hasta finales de diciembre en el campus donde muy
pronto consiguió nuevos amigos y se convirtió en el personaje más escandaloso;
su intención no era estudiar aunque se había matriculado en Arte, sino estar en
el Gueto y tocar música. La pandilla entre la que se movió bebía mucho, consumía drogas en grandes
cantidades: anfetaminas, marihuana y peyote. La posesión estaba castigada con largos
períodos en prisión, pero el peyote se encontraba en los jardines y era legal y
barato. Janis siempre pensó que drogarse significaba estropearse el cerebro;
las drogas, en realidad, servían apara anular la conciencia, no para
agudizarla. Tan sólo le gustaban las drogas que le permitían escapar de la
realidad. Lo mismo ocurría con la sexualidad a la que consideraba el medio
idóneo para burlarse de las convenciones sociales. La sexualidad de la
jovencísima Janis era muy grande y lo bastante como para acomodar tanto a
hombres como a mujeres. Su principal amante de la época fue Julie Paul, a quien
se recuerda como una machota. La universidad le iba a enseñar poco, su
verdadera ambición estaba en las reuniones musicales del campus y sobre todo
del Theaddgill´s, un garito situado en la parte norte de la ciudad. Allí se
pasaban la mayor parte del tiempo ensayando música folk y blues. En Austin,
Janis empezó a tomarse la música muy en serio, acaso como reflejo de la entrega
de intérpretes como Powell St. John y Lanny Wiggins.
Los fantásticos
60
A principios de los 60, el término música
folk abarcaba un territorio musical mucho más amplio que el de hoy e
incluía blues y country interpretado con instrumentos acústicos.
Hacia 1962 la música folclórica se había convertido en un gran negocio. La
joven Janis se convirtió muy pronto en la principal atracción de Threadgill´s,
y esa era la razón por la que los miércoles estaba el bar siempre a tope. En
enero de 1963, Janis y Chet Helms partieron hacia San Francisco, pero el viaje
de ambos empezó bastante mal. La primera noche se detuvieron en Fort Worth,
donde vivían los padres de Chet. Una vez allí, la imagen de Janis, bastante
femenina hasta ese momento, recuperó esa actitud desenfada tan habitual en ella
que incluía las blasfemias, su indumentaria: vaqueros y una camisa de trabajo
abierta por la que asomaban sus pechos...; ante semejante actitud, la señora
Helms montó en cólera y les convino a que dejaran su casa esa misma noche. Tras
un tortuoso viaje de más de cincuenta horas, llegaron a San Francisco y se
alojaron en casa de David Freiberg, un antiguo colega que había tocado en
algunas bandas durante su estancia en la Universidad de Texas. El propósito del viaje para
Janis fue muy concreto: cantar. Ese mismo verano dejaría su impronta en el
pequeño escenario del Monterrey Folk Festival. También conoció durante su
estancia en la ciudad a Linda Gottfried y poco más tarde a Jae Whitaker, una
afroamericana, tan apasionada por la música como ella. Durante este tiempo,
vivir al límite, que incluía, además, beber y drogarse en desmedida, no sólo
era un parte integral de la vida artística, sino que, tal como lo entendía la
propia Janis, era, en realidad, un paso necesario para convertirse en una
verdadera cantante de blues. En el verano de 1964 ella había ahorrado el
suficiente dinero con su trabajo de operadora telefónica que se compró un coche
de segunda mano, un Morris Minor amarillo, y pidió a su amiga Linda Poole que
la acompañara hasta la
Costa Oeste, donde pretendía triunfar en Nueva York. Una vez
allí incrementó su consumo de drogas y de alcohol, pero actuó en contadas
ocasiones. En septiembre de ese mismo año volvió a San Francisco y según han
constatado algunos de sus amigos, en esa época, ya era una adicta al speed.
Chet estaba tan colgado que un amigo suyo intervino para ayudarle a vencer su
adicción y lo mismo ocurrió con Janis, una vez que Linda le puso de manifiesto
que se habían convertido en auténticas adictas. Esta adicción le llevó,
incluso, a vender el producto entre sus amistades. Ante tan desordenada vida,
el sueño de Janis de convertirse en una auténtica cantante no iba bien y lo
mismo ocurría con su vida sentimental: como ya había ocurrido anteriormente, en
su vida sexual se intercalaban tanto hombres como mujeres. En mayo de 1965, sus
amigos decidieron organizar una fiesta benéfica para sacar el suficiente dinero
como para comprarle un billete que la llevara a su casa de Texas; todos sabían
que necesita irse de aquel ambiente: volvió a Port Arthur pesando poco más de
cuarenta kilos, consumida por las drogas (speed, heroína)y, además, volvía sin
haber realizado el sueño de convertirse en una gran cantante.
Una vez en Port Arthur,
consciente del ambiente en el que había vivido, decidió moderar su vida: volvió
a matricularse en Lamar, se recogió el pelo, dejó las drogas y el alcohol y se
dedicó a ser la hija buena que hubieran querido sus padres. Mientras esto
ocurría en la pequeña ciudad tejana, mientras Janis y sus amigos se aburrían en
ese lugar donde nunca pasaba nada, San Francisco empezaba a transformarse en
ese mágico lugar donde ocurría de todo; un año más tarde, cuando ella mismo
volvió se hablaba de hippies y se había abandonado el término de beatniks. La
ciudad dejó paso a la era del folk y se convirtió en la sede del rock ácido:
por allí apareció Bob Dylan que optó por instrumentos electrónicos y los
roqueros británicos incluían en sus repertorios canciones como Satisfaction,
número a lo largo del año 1965.
A finales de este mismo año, los espectáculos
luminotécnicos, el rock and roll, las drogas alucinógenas y el amor libre, se
convertían en los pilares de la época hippie, un término que había aparecido,
por primera vez, en un artículo del San Francisco Examiner y en un
ensayo que más tarde escribiría Hunter S. Thompson en el New York Times
Magazine en el que establecía algún ligero vínculo entre ambos grupos
aunque los hippies negaban cualquier tipo de parentesco con la Generación Beat
sobre todo porque «estos tíos eran negativos, pero lo nuestro es positivo»,
como principal argumento. Janis no volvió a actuar en serio hasta marzo de 1966
y lo hizo en el Eleventh Door de Austin: el público quedo sobrecogido,
tremendamente impresionados. Tras este éxito se unió a Big Brother, una banda
que se convirtió, durante algún tiempo, en su auténtica familia y una de las
razones por las que ella decidió quedarse en San Francisco. Big Brother debutó
en Nueva York el 17 de febrero de 1968, en el Anderson, un antiguo teatro judío
situado en el Lower East Side. Cheap thrills, su segundo álbum, se había
convertido en un número uno. Pero la banda acabó oportunamente su andadura, y
en diciembre de ese mismo año realizó su última actuación. Cuando Janis Joplin
inició su camino en solitario, no sólo perdió a su gran familia, sino a una
gran parte de su comunidad; quienes los querían interpretaron esta separación o
ruptura como el fin de un sueño, el de los felices sesenta.
El 21 de diciembre de 1968, tres semanas
después, Janis y su nueva banda de soul hicieron su debut en Memphis. El tercer
álbum, I got dem ol´kozmic blues again mama, consiguió excelentes
resultados. En la primavera de 1969 viajaron a Europa, donde el público
enloqueció con ella, le había llegado su hora, esa precisamente que proclamaba
que formaban un verdadero conjunto. La prensa británica estaba fuera de sí y en
Alemania, sus compatriotas destinados allí abarrotaron con su presencia las
actuaciones. Janis siguió consumiendo heroína durante la gira europea, pero los
conciertos fueron todo un éxito. Alice Echols escribe que cuando regresó, de
nuevo, a Estados Unidos, su drogadicción era total. Continuó alimentando el
mito de su dualidad sexual y se empeñó hasta el final en mantener esa condición
de icono o emblema que le otorgaba la imagen de ser la chica más liberada de
los sesenta. Entre el verano de 1968 y finales de 1969, llegó a tener seis
sobredosis y en una de ellas, la situación revistió una gravedad extrema,
ocurrió en marzo de 1969, después de una dura crítica a su segunda banda. En
agosto de 1969, enganchada a la droga y descontenta de todo, actuó en
Woodstock, ese lugar mítico que si bien no fue el primer festival de música al
aire libre sí pasó a la historia como el acontecimiento de la década; aunque,
visto de la óptica de la cantante, fue su particular derrota. Pese a todo, se sucedieron
los éxitos, en el concierto de diciembre en el Madison Square Garden, se
agotaron las entradas. Para abandonar su drogadicción decidió volar a Río de
Janeiro, donde pasó cinco semanas. En la primavera de 1970 había logrado el
control absoluto de su carrera y de su vida musical, reunió un grupo de
excelentes músicos y así creo la
Full Tilt Boogie Band, con la que inició una gira a finales
de mayo de 1970. En septiembre llegó a Los Ángeles para iniciar una grabación;
había abandonado, momentáneamente, las drogas, pero cuando se alojó en el
Landmark, ese motel cursi, que todos conocían por el ambiente de drogas que se
vivía. Dos semanas más tarde, Janis, había vuelto a chutarse de nuevo. El 3 de
octubre fue el último día de la vida de esta singular mujer, había grabado la
parte instrumental de Buried Alive in the Blues y al día siguiente
grabaría la letra. Esa misma noche había planeado un encuentro con Seth y
Peggy; ninguno de los dos acudieron a la cita y cuando Janis llegó a su
habitación, se chutó, bajó al vestíbulo del para comprar cigarrillos y charlar,
durante unos minutos con el conserje, volvió a su habitación. Sentada en su
cama, cayó de bruces y la heroína que se inyectó esa noche la sumió,
definitivamente, en la inconsciencia.
Feminista, lesbiana, drogadicta, símbolo
o icono de los mágicos sesenta, a Janis Joplin que se le ha proclamado todas
esas cosas, hoy tal vez se le recuerde como esa víctima trágica, esa reina del
drama, de todo el siglo XX. Pearl se convirtió, cuatro meses después de
su muerte, en un nuevo número uno. Su legado musical posibilitó que las chicas
blancas cantaran de otra manera y llegaran a ser estrellas de rock. A lo largo
de los 70 su estela brilló con nuevas recopilaciones: Japlin in concert
(1972), Janis Joplin´s greatest hits (1973) y Janis (1975).
Pedazo de voz. Pero como suele pasar, se nos fue precipitadamente.
ResponderEliminarMª Ángeles.