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LA
RECTA INTENCIÓN
Andrés
Barba (Madrid, 1975) reincide una vez más en esa premisa que señalábamos a propósito de su primera entrega
literaria, La hermana de Katia (2001), esto es, buscar el sentido de la
vida para, en definitiva, otorgarle el significado necesario a la misma. En
esta segunda ocasión, La recta intención (2002) comprende tres novelas
cortas y un cuento, un texto algo menos extenso que los anteriores pero no
menos intenso, para mostrar lo cotidiano en el mundo de una incomunicación, no
exenta de esa marginalidad con que se caracteriza nuestra existencia. Cuatro
historias que se desdoblan en unos personajes con pautas psicológicas de una
increíble consideración. Mientras una madre se muere su alrededor se desmorona
y va apareciendo, a lo largo de la historia, ese pasado repleto de un contenido
que presupone con momentos de afectividad e indiferencia por parte de sus seres
más cercanos: sus hijos. El primer texto se titula Filiación. Una
enfermedad como la anorexia sirve de contrapunto para mostrar el mundo de una
adolescente que recurre al aislamiento social para vengarse de una pasión
amorosa y desembocará, además, en un insospechado final de dramáticas
consecuencias; esta segunda novela se titula Debilitamiento.
Los personajes creados por Andrés Barba
son seres que pertenecen a nuestra sociedad y viven inmersos en ella, pero por
motivos que sólo ellos justificarían emprenden esa otra visión de las cosas y,
en un momento determinado de su existencia, deciden traspasar la sombra y
buscar otra realidad para llegar a esa invisible verdad que ellos mismos esconden.
Y, con semejantes premisas, insiste aún en narrador madrileño en Nocturno, la
historia de un hombre maduro de más de cincuenta años, acomodado, homosexual,
que un día decide lanzarse a ese vacío que le puede provocar la relación íntima
con un joven de 20 años: la perdida de una identidad que comprende, de igual
manera, lo absurdo de todo un mundo a su alrededor. Y algo semejante le ocurre
a un joven matrimonio, cuyo protagonista masculino un corredor de maratón, se
muestra obsesionado hasta el extremo de echar a perder una relación de ocho
años por la obsesiva manía del triunfo.
Los relatos están contados con la misma
técnica narrativa empleada en su primera novela, es decir, una tercera persona
que, en realidad, encierra una primera porque los personajes que cuentan
carecen de nombre puesto que poseen una especie de personalidad insondable y
sólo así sería posible contar la historia. En realidad, el miedo, la
incomunicación, la obsesión son los temas que contiene es recta intención
de Andrés Barba, capaz de distorsionar el mundo de sus personajes para mostrar
con una asombrosa resignación que tras lo indescifrable está la recta
determinación.
LA
RECTA INTENCIÓN
Andrés
Barba
Anagrama,
Barcelona, 2002
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