… me gusta
MEDIODÍA EN KENSINGTON PARK
La distancia que
establece un poeta en relación con su propio lenguaje se concibe como la
expresión directa de sus verdades y como consecuencia de la construcción de un
artificio capaz de determinar la relación moral con su realidad inmediata, a la
par que esa voz lírica se identifica con esa primera persona que se supone es
el poema. La soledad del poeta en mitad de una ciudad, o de un espacio conocido
y/o reconocible presupone en él la convivencia con esa geografía, vértice que
depura todos y cada uno de los argumentos válidos de la realidad vivida,
suspiro llevado al límite, y capaz de sugerir esa estilización que presupone
una trascendencia eminentemente subjetiva, puesto que la poesía se define como
una tarea expresiva, una necesidad de exprimir que deja un eco de la verdad
esencial del individuo con respecto a esa misma realidad esgrimida.
Ecos, sonidos y
colores, cadencias, notas en resumen que convierten la fuerza de un lenguaje en
la impresión de un acentuado simbolismo, un ejercicio capaz de expresar el
ámbito real con la verdad subjetiva, para crear así una auténtica conciencia de
las imágenes como ocurre en, Mediodía en
Kensington Park (2015), que Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz,
1964) nos ofrece como “Libro cuarto” de ese proyecto que titula Fábula y que reunirá un total de diez
poemarios de singular y variadísima expresión lírica. La preocupación
metapoética de Sánchez Menéndez es constante como puede apreciarse en estas
treinta, ¿prosas poéticas? ¿metanarraciones? ¿dietario lírico? Poco importa si
el poeta ha conseguido con su ritmo pausado dejarnos mirar en su interior y
devolvernos parte de sus recuerdos, y además porque como afirma Sánchez
Menéndez con las palabras (solo) busca la verdad. Y esa palabra justa, es la
que conduce al poeta por el camino de la esencia. Es medio día en Kensintong
Park anota el gaditano, mientras el mundo gira y las referencias literarias al
lugar asaltan la memoria del lector, Barrie, Tickell, McClung y el más cercano
Fresán que salpican los versos que presuponen la ignición de la palabra,
mientras el poeta se adentra, observa y anota cuanto admira desde el centro
mismo del parque, envuelto en las imágenes que pueblan el lugar, en la magia y
la fantasía de sus árboles, de las numerosas plantas y flores que se conjugan
en una simbólica visión de todo el conjunto.
Detalles cotidianos, recuerdos y
silencios en abundantes pensamientos líricos que se desvelan como una auténtica
declaración de intenciones; en realidad, una ajustada autorreflexión a que
pocos poetas nos tienen acostumbrados.
MEDIODÍA EN
KENSINGTON PARK
Javier Sánchez
Menéndez
Sevilla,
Ediciones de la Isla
de Siltolá, 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario