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UN VIÑEDO EN LA TOSCANA
¿Quién no ha imaginado una vida idílica en la Toscana, saboreando un
buen vino, degustando la mejor comida casera y disfrutando de la amistad
vecinal? Este sería un buen reclamo publicitario, una excelente pregunta
lanzada al viento y una extraordinaria invitación para leer un libro
inclasificable a caballo entre la ficción, el documento autobiográfico, la
crónica personal, incluso, casi se
acerca a una pequeña y coqueta guía de viaje por la región vinícola italiana; y
es así porque, su autor, Ferenc Máté transcribe en, Un viñedo en la Toscana (2009), sus
vicisitudes o sus problemas para encontrar ese lugar idóneo donde convertir su
sueño en realidad: conseguir un viñedo y la posibilidad, transcurrido un
tiempo, de crear su propio vino, pero no uno cualquier sino el mejor vino de la Toscana, ese lugar
paradisíaco elegido, para comenzar una vida, y donde actualmente vive, después
de haber errado durante algunos años por ciudades como Vancouver, Nueva York,
Roma y París.
La Toscana se
localiza en la zona norte de Italia y entre otros muchos aspectos a destacar,
además de su belleza natural, se localizan las hermosas ciudades de Florencia,
Pisa, Siena, Livorno y si uno se acerca a su costa, concretamente al golfo de
Follonica, se dará de bruces con la tan famosa y celebrada Isla de Elba, lugar
que durante un buen tiempo alojó a un famoso huésped: Napoleón Bonaparte. El
pueblecito de Montalcino se sitúa al noroeste del Monte Amiata, y al oeste de
la ciudad de Pienza, a unos 42 kilómetros de Siena, y es allí donde se
cumplirá el sueño Candace y Ferenc Máté,
donde encontrarán un antiguo monasterio rodeado de tierras para ubicar en un
futuro sus viñedos. Antes se verán obligados a reformar el monasterio de más de
setecientos años repleto de sorpresas, sobre todo, arqueológicas, porque el
lugar había sido habitado por los etruscos, y su primera mención histórica data
del siglo IX, cuando unos anónimos monjes relacionados con la Abadía de Sant´Ántimo,
construyeron la primera iglesia. El relato comienza cuando, la pintora y el
escritor, aún viven en La
Marinaia, su casa originaria, situada en la falda de dos
colinas, rodeada de jardines, con cincuenta olivos, cantidad suficiente para
fabricar el aceite de su consumo, pero sin la posibilidad de disfrutar de
algunos viñedos y el sueño de trabajar y realizar la vendemmia, con una
amplia cosecha con que rellenar las futuras bodegas repletas de barricas de
roble.
El
primer intento de Máté para ampliar su propiedad y comprar algunas tierras
colindantes, resulta fallido porque ya se sabe que «los toscanos detestan a los
romanos», y él, aun siendo húngaro, tuvo su propia experiencia con el peor de
todos los romanos que jamás nunca debería haber conocido. Es en ese mismo
momento cuando se inicia la aventura de los Máté para comprar, restaurar,
plantar y cosechar sus propias viñas con que lanzarían después al mercado
internacional la producción de los mejores vinos: Brunello, Banditone, Mantus,
Albatro y Caberné Sauvignon de la Toscana. Los capítulos que siguen a la compra de
Il Colombaio relatan las vicisitudes de Cadance y Ferenc para desbrozar, adecuar,
eliminar, reconstruir y restaurar las ruinas de su futuro, mientras conocen a
una legión de toscanos que les ayudarán en la dura tarea: Tommaso Bucci,
Piccardi, Pignattai, y los albañiles Fosco, Piero, Georgi, Alessandro y Asea,
un estudiante nigeriano de arquitectura que había cambiado su vocación por el
aire libre. Mientras tanto se despiden de sus buenos amigos los Paolucci, y
Ferenc cuenta sus vicisitudes para convertirse en contadini o granjero
italiano, e inicia la búsqueda de vigas, puertas, baldosas antiguas, a la par
que disfruta con su familia de la comida y los vinos toscanos cuando celebran
la fiesta del tejado, o pasan las Navidades en la cadena montañosa de los
Dolomitas, en San Vigilio di Marebbe, desde donde puede verse la montaña más alta
del lugar, la Marmolada
de 3.342 metros.
Pero sobre todo, en primavera, tendrán que preparar la tierra, las terrazas
etruscas abandonadas para plantar las primeras vides a mano. Personajes,
situaciones y ambientes, casi un auténtico relato de ficción como se puede
clasificar Un viñedo en la
Toscana. Y en una pormenorizada exposición, el aprendizaje para
la futura primera vendemmia, desde el punto de vista de un
vinicultor primerizo, con una pequeña bodega bajo la casa, hasta llegar a un
tercer año con una mayor cosecha aunque demasiado joven, pero de donde surgirán
los futuros: Merlot, Cabernet, Sangiovese y Syrah.
En
otoño el valle resplandece con infinitos matices —escribe Ferenc Máté—;
tonalidades rojas y amarillas tiñen el atardecer. Al final del mismo se
encuentra la abadía de Sant´Antimo, erigida por Carlomagno a su paso por el
lugar, en su peregrinación a Roma. Sin duda, en ocasiones, resulta una buena
elección realizar algún viaje que facilite habitar el tiempo, visitar ciudades
inmóviles donde moverse y caminar en su interior. Acompañados por los Máté se
termina esta aventura con la descripción de sus bodegas, situadas como queda
escrito en la templada región de Montalcino, tierras repartidas en dos colinas
privadas y resguardadas de las fuertes humedades marinas, siete campi con una
amplia variedad de nutrientes y minerales que dan a sus vinos una gran
personalidad. En total, 6,37
hectáreas donde crece, también en otros arbustos y
árboles, un bosque mediterráneo. Y al final del libro, además de las
clasificaciones de la bodega con su producción anual, se añade lo más sabroso,
unas recetas tradicionales de la
Toscana de la Trattoria Castelo Banfi, en cuyo menú figura una
gran selección de panes tostados, como el mejor y más sobresaliente producto de
la región, que necesariamente hay que degustar.
UN
VIÑEDO EN LA TOSCANA
Ferenc
Máté
Barcelona,
Seix-Barral, 2009; 308 págs.
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