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MÚSICA PARA FEOS
Algunas historias
se convierten en todo un reto y pese a los tópicos literarios, como escribir
sobre la vida y la muerte, el amor y el desamor, la paz o la guerra, auténticas
ficciones que se han venido contando a lo largo de la Historia de la Literatura, ciertas
novelas, como las de amor, vuelven una y otra vez, y bucean en otras aguas para
no caer en los tópicos y surgen, de alguna manera, de la mano y voluntad de su
autor como una propuesta diferente, con la suficiente imaginación y capacidad
creativa como para interesar a un lector poco acostumbrado a dejarse llevar por
un sensiblero romanticismo, o una melodramática visión de la vida en común,
pero eso sí una acertada prosa acompañada de reflexiones que complementan esa
atracción mutua que experimentan, en este caso, los dos protagonistas de la
nueva novela de Lorenzo Silva (Madrid, 1966), Música para feos (2015), la joven periodista, Mónica y el
enigmático hombre maduro, Ramón. Y para ellos, como tal vez otros
muchos, nunca podían imaginar donde empezaría su propia historia de amor:
se conocen en un sórdido local de la eterna noche madrileña, donde tanto ella
como él parecen estar fuera de lugar, ninguno pasa por el mejor momento de su
vida, ni en lo personal ni en lo laboral, y en el caso de Mónica tampoco ve
visos de superación; Ramón es hombre de pocas palabras, metido en los cuarenta,
solo observa y durante esa noche, y aun en los siguientes encuentros, se
obstina en parecer un misterio para ella, y no le revela a que dedica su
tiempo. Tras esa extraña noche y torpe de alcohol, tras una mínima
comunicación, contra todo pronóstico, cuando se despiden, ella nota que algo
extraño, algo que se le queda revoloteando en el estómago, dirá textualmente,
algo que no había conocido antes, y cuando Ramón la despide, y ella percibe que
la ha dejado plantada, y posiblemente tomado el pelo, se dice que todo está
bien y, pese a todo, la vida sigue siendo bella y no puede considerarse infeliz
del todo. Así que quedan en volver a verse una semana después, un encuentro
pendiente del mensaje de confirmación que tendría que enviar ella, en su mano queda
no volverlo a ver; sin embargo, siete días después se reencuentran y la
química, a veces tan esquiva y caprichosa, parece que empieza a manifestarse
plenamente.
El resto de la
historia viene contada de primera mano por la voz de Mónica desgranando su
relación con Ramón desde su segundo encuentro, y el escritor, con una sutil visión y
conocimiento, poniéndose en la piel de la mujer, desarrolla el proceso de
enamoramiento de dos personas que saben que incluso a contracorriente han
tenido la suerte de encontrarse para ser felices. Y mientras avanza el
testimonio de Mónica, el autor irá dejando algunas pistas para que el lector
vaya aventurando el posible desarrollo de la historia y su destino final; eso
sí, aderezado a lo largo del texto de buena música, bandas sonoras que cada uno
intercambia en los momentos de ausencia, mientras Mónica espera y solo vive su
definitivo enamoramiento a través de Skype o los whatsapp con la acertada propuesta de la música para cada momento.
Lorenzo Silva lejos
de hacer del libro algo previsible, hará que su relato se convierta en algo
hermoso, porque no quiere esconderse detrás de embustes literarios ni
malabarismos innecesarios sino que imprime toda la luz posible a su historia,
la dota de la música necesaria, sus protagonistas se alejan de esa mentira tan
extendida en la sociedad actual y sostiene que la relación amorosa que nos está
contando se nos antoja más cercana, sin duda más próxima, pero sobre todo
auténtica. Al hilo de todo lo dicho, la imagen de dos
personas solitarias y desencantadas, dos perdedores resignados, que hasta su encuentro han vivido en dos
mundos dispares y muy diferentes, y según Silva
solo el amor parece que los une. La música en estas páginas nos
acompaña, poco importa como acaba todo, sus protagonistas sabrán que toda historia
de amor hay que vivirla hasta sus últimas consecuencias.
Música para feos, se convierte en un relato
honrado y noble; no hay impostura alguna, ni siquiera un excesivo
sentimentalismo, resulta que la historia de Mónica y Ramón podría ser la de
cualquiera, aunque eso sí en cuestiones de amor, no cabe la cursilería ni el
ridículo más absoluto, nadie se muestra indiferente porque como dejó escrito y
cantaba Amy Winehouse, “Nuestro día
vendrá/ y lo tendremos todo, / compartiremos la alegría/ que solo puede traer
el amor”.
MÚSICA PARA FEOS
Lorenzo Silva
Barcelona,
Destino, 2015; 218 págs.
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