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“Lady
Macbeth de Mtsenk”, 150 años después.
Descubrir
a Nikolái Leskov el ruso más cervantino.
El
crítico Pietro Citati dedica su atención a Nikolái Leskov en su libro, El mal absoluto. En el corazón de la novela
del siglo XIX (2006) porque para él, expresa ese perdurable encanto que nos
descubre la prosa de un olvidado autor:
“Quien abre los cuentos de Nikolái
Leskov, se encuentra de viaje los infinitos caminos del mundo, como en el
Quijote y en las novelas de Fielding. Empujados por no sé qué pasión, señores y
campesinos, comerciantes y monjes, ladrones, gitanos, tártaros y vagabundos
cruzan las llanuras de Rusia como un río turbulento, inquieto e irrefrenable.
Pequeños grupos de peregrinos llegan a pie a los monasterios y a las ciudades
sagradas [...] ¿Quién puede conocer en esas pobres hosterías llenas de humo en
medio de la tórrida estepa o en las orillas del Caspio la lejanísima Europa?
Alguna palabra inglesa o francesa llega hasta aquí deformada burlescamente,
como la lengua de otro planeta. Nadie jamás ha visto Londres, París y las
ciudades alemanas y austríacas, nadie ha leído Guerra y paz o Crimen y castigo,
nadie ha pensado jamás en los problemas que dividen a los círculos
intelectuales de Moscú y San Petesburgo [...] Con qué piedad se inclina Leskov
sobre esta Rusia arcaica y vital que se está muriendo; con qué devoción y, al
mismo tiempo, con qué toques de comicidad irónica cuenta eso que no podemos
llamar de otro modo que la
Santa Rusia”.
El
autor
Nikolái Semionovich Leskov nació en
Gorojovo, en la Rusia
Central, en 1831 y murió en San Petersburgo, 1895. Nieto de
un sacerdote ortodoxo ruso y sobrino de un cuáquero inglés, quedó huérfano a
los dieciséis años y su herencia fue pasto de los acreedores, por lo que tuvo
que ganarse muy pronto la vida y nunca realizó estudios universitarios.
Su obra supone un gran fresco de la vida
rusa en la segunda mitad del siglo XIX. Incomprendido en su época, pero de una
gran influencia posterior en la narrativa soviética. Trabajó como escribiente
en el juzgado penal de su ciudad y como agente de reclutamiento en Kiev, en
cuyo cometido viajó mucho por todo lo largo y ancho de Rusia; aprendió polaco y
ucraniano, y leyó filosofía y economía. En 1853 se casó con Olga Smirnova, con
la que tuvo dos hijos y de la que se separó poco antes de trasladarse a San
Petersburgo en 1861, donde empezó a trabajar como periodista, e inició una
fértil carrera literaria. Famoso por sus opiniones liberales, sufrió varias
crisis religiosas, que se plasman en su obra literaria. Dotado para la
narrativa corta, dueño de un oído envidiable, destacan en su producción títulos
como Vida de una mujer de pueblo
(1863), o la novela corta Lady Macbeth de
Mtsensk (1865), que inspiró una ópera del mismo título, o La pulga de acero (1881) considerada la
mejor pieza corta de Leskov, y una de las cumbres de la literatura rusa del
XIX.
Una
pasión
Lady
Macbeth de Mtsensk (1865) es, sin
duda, el relato más conocido de Leskov, un éxito que obedece a razones
extraliterarias, en concreto a la adaptación que para la ópera hizo Dimitri
Shostakovich. La versión musical es fiel a la narración de Leskov, y
curiosamente corrió una suerte similar a la de éste, pues si en un principio la
obra de Shostakovich fue bien acogida e incluso aclamada como “la primera ópera
soviética”, no tardaría en caer en desgracia, tachada de pornográfica y
prohibida durante treinta años. Cuenta la historia de Katerina Izmailova, una
joven sin estudios ni experiencia que ha sido casada con un maduro comerciante
y que además debe convivir con el anciano padre de éste. La pobre Katerina se
marchita en vida hasta que conoce a un guapo mozo, Serguéi, un donjuán por el
que experimentará en el acto una pasión arrebatadora. Privada de otros recursos
para conservar junto a sí al joven, la protagonista recurrirá al crimen, y en
más de una ocasión, en medio de una asfixiante atmósfera provinciana en la que
la asesina en serie sólo encontrará a una confidente: la sonrosada cocinera
Axinia.
El relato es de una crudeza absoluta y
posee como es obvio un fuerte contenido social, además de una violenta denuncia
de la condición femenina bajo el régimen de los zares.
La
edición de Nórdica
La reciente edición de Nórdica, está
ilustrada por Ignasi Blanch y traducida por Marta Sánchez-Nieves, y de alguna
manera viene a conmemorar los 150 años de su publicación; la obra surge de ese
apasionamiento del escritor que se enfrentaba a una desigual lucha entre los
ideales que marcaron su vida, y la realidad en que vivió. Las ilustraciones de Blanch
representan la fuerza con que la joven heroína se enfrenta a la realidad,
hastiada por un matrimonio convencional y esa falta de libertad que siente desde
su más tierna infancia; pero cuando conoce al jovencísimo Serguéi su pasión le
llevará a cometer el más horrendo de los crímenes, y una sola vez sino en
varias ocasiones que la encaminan a la senda del más absoluto sufrimiento.
Ignasi Blanch, es natural de Roquetas,
Tarragona, 1964. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de
Barcelona, vivió tres años en Berlín donde se especializó en técnicas de
impresión y grabado en el centro Künstlerhaus Bethanien con la ayuda de dos
becas CIRIT de la
Generalidad de Cataluña. Residía en Berlín cuando cayó el
muro de Berlín, fue escogido como único representante de España en el proyecto
internacional East Side Gallery.
Actualmente trabaja como ilustrador para
editoriales diversas y también participa en exposiciones y sesiones didácticas
en el Salón del Libro Infantil y Juvenil de Saarbrücken, (Alemania) desde el
año 2001. Es profesor de ilustración en la Escola de la Dona de la Diputación de Barcelona. Hasta el momento ha
ilustrado, Alicia y el país de las maravillas (2009), Mujercitas (2013), El
gran Gatsby (2013).
Nikolái
Leskov; Lady Macbethe de Mtsensk; ilustr. de Ignasi Blanch; trad., de Marta
Sánchez-Nieves; Madrid, Nórdica, 2015; 136 págs.
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