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TÉCNICAS DE ILUMINACIÓN
El arte de
sugerir es, tal vez, la mejor definición esgrimida por propios y ajenos sobre
la cuentística de Eloy Tizón (Madrid, 1964), que vuelve al mundo del relato,
tras Velocidad de los jardines (1992)
y Parpadeos (2006), y en esta
ocasión, con una decena de buenos cuentos, que titula, Técnicas de iluminación (2013), el envés de un mundo poco
compresible, quizá porque sus cuentos, o sus relatos y, en una definición más
certera, sus piezas narrativas, convergen en una vaguedad que se aleja de los
presupuestos canónicos sobre el género, pero que una vez leídos generan la
misma inquietud de concentración e inquietud que el clásico relato corto al uso.
Muchos de los relatos de Tizón ofrecen
una suerte de alusiones, sugieren y nunca especifican, y el narrador ensaya
esta técnica, precisamente, en aquellos cuentos de factura más tradicional,
aunque soslaya la redondez de los mismos provocando en el lector una
inquietante sensación de no ver nunca explicada la actitud tanto de los personajes
como del narrador, y ocurre, sin duda, en “Ciudad dormitorio”, el recuerdo de
una mujer que debe viajar desde el extrarradio hasta el centro comercial donde
trabaja, y se pregunta cómo subsistir en un mundo, presente, para ella extraño
y degradado; también, en “Manchas solares” o “El cielo en casa”, el desdichado
recuerdo de la pintora Elisenda y su agitada vida en el pasado; ejemplos salpicados
entre otros que abogan por mezclar un cierto aire de abstracción o alegoría
simbólica que desdibuja el sentido del relato y nos aleja de esos planteamiento
antes expuestos, o de una visión más concreta como ocurre en “Fotosíntesis”,
una virtuosa y estratégica sucesión de secuencias de excelente factura, que ofrecen
al lector una síntesis previa al conjunto completo, con una prosa excepcional y
una acertada técnica narrativa, y lo mismo podemos afirmar de “Volver a Oz”,
relectura del mito, sin una aplicable explicación.
El mundo literario de Tizón trata sobre
la felicidad, sobre la soledad, sobre el egoísmo y la explotación que ejercemos
sobre los otros y, también, sobre el amor y el desamor, y es así como sus
personajes se nos aparecen como víctimas, pierden y renuncian a seguir
existiendo, como aquel que tira su cartera y sus llaves a una alcantarilla para
no ser identificado, porque en muchos de ellos sus vidas resultan tan sombrías
como el peso que les supone de seguir adelante, en medio de tanta hostil banalidad.
Lo mejor de la prosa de Eloy Tizón es esa suerte de técnicas de iluminación que
armoniza y transparenta imágenes, y solo él es capaz de crear porque a día de
hoy sigue siendo el maestro de la sutileza verbal, del ritmo acompasado de las
palabras y del valor de una prosa que se carga de sensualidad, y que solo
cuando se deviene en cierto aire lírico se vuelve exquisita.
TÉCNICAS DE ILUMINACIÓN
Eloy Tizón
Madrid, Páginas
de Espuma, 2013
Yo lo he leído varias veces y tengo la misma impresión que tú. Ni que lo hubiéramos leido juntos
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