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INTEMPERIE
Foto. Claudio Álvarez
Siempre se puede
intentar escribir una historia universal, aunque no siempre se consigue. Tal
vez, Jesús Carrasco
(Badajoz, 1972), lo haya conseguido con su fábula, Intemperie (2013), su particular visión y la recuperación de esa
cultura de los objetos nimios, de la vida rural y campesina de tanta tradición
en este país, y de la crueldad para sobrellevar una existencia tan tremendista
como real.
Sorprende gratamente que esta novela
resulte atemporal, sobresale la escasez de sus personajes que crecen
psicológicamente a medida que avanzamos en su lectura, y aun mejor la narración
se sostiene por el lirismo contenido en la ejecución precisa del lenguaje
esgrimido, por su concreción y significado. Carrasco parte de una anécdota para
contar su historia y, en torno a ella, teje un ambiente donde los elementos de
lo narrado se mezclan con la calculada fortaleza del lenguaje escogido. Un niño
huye de su casa familiar, de su pueblo y, sobre todo, de las garras de un alguacil
de quien guarda un oscuro secreto. Las condiciones a las que se enfrenta la
criatura en medio de la nada, y de una sequedad extrema, al que se añade un
calor sofocante, le llevan hasta un viejo cabrero y desde ese mismo momento, el
narrador parece unir sus destinos porque a lo largo de las páginas siguientes
ambos luchan por su supervivencia que el mundo les parece negar en aquel
inhóspito paisaje que si bien no podemos concretar, quizá podríamos aventurar
por las sierras extremeñas o andaluzas. Paso a paso, Carrasco emplea con la
sutileza de un cirujano, y con una extrema elocuencia verbal y sintagmática,
todos y cada uno de los contratiempos
que situarán a sus personajes, al chico y al viejo, al borde la muerte, bien
por hambre, sed e insolación o por las heridas que cuando el alguacil y sus
hombres una vez que consiguen localizarlos, le causan sobre todo al pastor.
Cada página de esta novela se convierte en un reto y pese a la escasez de
personajes y la abundancia de descripción, concreción y detallismo, el lector
va recomponiendo las distintas fases de una tragedia donde la muerte siempre se
sitúa en la linde misma del final previsto.
Un personaje más, mediado el
libro, se incorpora a este esperpéntico paisaje de desolación, un inválido que
sobrevive en una aldea abandonada hasta donde llega el chico en busca de agua y
se ve sorprendido por el tullido que cuando lo captura, decide salir en busca
del alguacil para entregárselo. Una vez que esto ocurre, comprendemos el inicio
de la historia y justificamos, de alguna manera, el tremendo desarrollo de la
misma, lo excesivo de algunas de sus secuencias e imágenes, y sobre todo la
virulenta visión de la especie humana que Jesús Carrasco nos ofrece
en su mejor debut literario.
INTEMPERIE
Jesús Carrasco
Barcelona,
Seix-Barral, 2013
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