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jueves, 22 de octubre de 2015

Lara Moreno



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POR SI SE VA LA LUZ




     ¿Qué sentido tiene vivir alejados de todo, de las imágenes que nos rodean, de la constante música de fondo, o no sentir la necesidad de contestar mensajes, y tan solo proveer nuestra vida con lo indispensable, llevarnos el escaso equipaje de lo necesario para subsistir, acaso cincuenta libros, para así aguantar, al menos, seis meses en nuestra vida?
        La primera novela de Lara Moreno (Sevilla, 1978), Por si se va la luz (2013), presupone aceptar las duras condiciones a que se ven sometidos los protagonistas de una historia que bucea entre las sombras de la incertidumbre que provoca lo desconocido. Nadia y Martín, una pareja en crisis, deciden a instancias de este último, instalarse en pueblo semi-abandonado, y así alejarse y renunciar de los amigos y del trabajo, de la ciudad y de la tecnología, del progreso en suma, con la pretensión de empezar una vida distinta, algo más natural e incluso intensa, ante los retos que puedan descubrir; ella es escultora, y él un investigador, ambos comprometidos a iniciar esa posible visión de una realidad bien distinta. Se instalan en un innombrado lugar, cuyas dificultades no resultan, desde el principio, fáciles de vencer y se encuentran allí, casi olvidados, con dos ancianos, Elena y Damián, y un enigmático Enrique que regenta el pequeño bar/biblioteca. Nadia, pronto, descubrirá que la lectura y los libros ocupan un curioso papel entre los habitantes del lugar. No menos extraña es la relación de Elena con sus animales, que cuida y mima, sobre todo a los cerdos y a las gallinas, mientras el anciano Damián, sueña con encontrar el mar. En esta primera parte, una vez instalados, que se titula, “Invierno”, Lara Moreno somete a sus personajes a la dureza e inclemencias del nuevo espacio físico en que deben desenvolverse en su cotidiano existir, hasta que inesperadamente surge un nuevo miembro en la comunidad, Ivana, que regresa con una niña, Zhenia, cuyo padre, según se sabrá, no puede ocuparse de ella. Todos conviven en el reducido espacio de un pequeño lugar rodeado de montañas y bosques, y alternan su voz para ir contándonos presente y pasado en pos de unas certezas que todos quieren vislumbrar y que, a lo largo de estas páginas, se concretarán y convertirán en elementales como cuanto habían dejado atrás.
        Y llega el “Verano” y la esperanza, aunque Damián encare con una firme decisión la muerte, Elena se aleje y concentre su actitud vital en cuidar sus animales, Enrique se convierta en el artífice de la colonia, y Nadia vea la esperanza de sobrevivir en la criatura que espera, o en la angelical y candidez visión de Zhenia, ajena a cuanto de miseria y angustia había llevado a todos hasta allí: un nuevo paraíso donde volver a empezar. Y lo mejor de la novela, las imágenes, los colores, los sonidos y los símbolos que desprenden sus páginas, y esa metafórica visión de una realidad diferente.  

    









POR SI SE VA LA LUZ
Lara Moreno
Barcelona, Lumen, 2013

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