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DISPAROS EN EL
ARMARIO
¿Qué puede decirse de una chica que escribe su primer libro de cuentos?
Que es una atrevida. Y muy
inteligente. Que le gusta el artificio, y el juego de palabras, o que curiosea
por los pequeños detalles. Bebe en las fuentes de la realidad común, lo
cotidiano y lo corriente y, por consiguiente, sus personajes sienten miedo, y
se muestran desubicados frente al mundo, o que en sus textos el sexo y la
locura figuran como elementos que quiebran la realidad, o mejor aún la
reproducen, y que tal vez quien consiga terminar de leer esta ópera prima se
lleve las manos a la cabeza, o se divierta, sin que por ello las primeras
páginas y los primeros cuentos despierten su interés para seguir adelante. Y
poniéndonos muy exquisitos, porque para Eva. G. Vellón (Madrid, 1978), su ars
poética se concreta en la escritura como juego o, en el amplio sentido, esa
proyección del otro.
Disparos en el
armario (2012) reúne veintidós cuentos de una variada extensión y de factura
estructural concisa y expresiva, como suele decirse técnicamente, aunque sobresalen
en ellos ribetes de impresionismo que logra sacar a la superficie pequeños
detalles que pasarían inadvertidos a la vista de cualquiera, cierto fabulismo
cargado de metáforas y de un minimalismo, más o menos sucio, que desemboca en
ciertas formas de experimentación, al menos lingüística que puede tacharse de disparatada o delirante. Caleidoscopio de
personajes y escenarios leemos en la contraportada de este libro, y así
resultan la mayoría de estas historias, salpicadas de una temática que los une,
el sexo en sus más variadas acepciones, citas a ciegas, intercambio de parejas,
encuentros a través de un chat que, por otro lado, muestran la absoluta de las soledades
en las que se mueven estos seres.
Eva G. Vellón se
vale de la ficción para emocionar, para sacudir la conciencia o, incluso, para
trastornar al lector porque en algunos de sus cuentos, pretende sobrevivir al
veneno de una realidad. Y para ello, la narradora madrileña comprime, en
ocasiones se ejercita componiendo un poema en prosa, o un microrrelato de tan
acusada actualidad, porque el territorio para la experimentación es el ideal en
un libro como Disparos en el armario cuando se trata de la exploración y
destilación de un lenguaje y de las formas expresivas. Una última sugerencia,
no debe uno perderse, alguno de estos relatos, “Medea”, “Ahogadas”, o “Sala de
espera”, historias meramente funcionales y no menos heterodoxas cuya ficción
provoca un voluntario acto reflexivo.
DISPAROS EN EL
ARMARIO
Eva G. Vellón
Amargord, Colmenar Viejo, 2012
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