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LAS INVIERNAS
Los ecos de
Valle-Inclán, Fernández Flórez, Cunqueiro e, incluso, del mejor Torrente
Ballester, resuenan en la fábula que, Cristina Sánchez-Andrade (Santiago de
Compostela, 1968), nos ofrece en Las
Inviernas (2014), la historia de dos hermanas, Dolores y Saladita, que
siendo aun niñas se vieron obligadas a abandonar la España posbélica tras las
depuraciones y represiones del régimen, para volver muchos años después a su
pueblo, Tierra del Chá, que a sus ojos se convierte en un lugar tan mágico como
recóndito de la Galicia
profunda y rica en leyendas, a donde llegan para reanudar una vida truncada en
el pasado y, de alguna manera, recomponer parte del misterio en torno al
principal personaje de su familia: el abuelo.
La aldea es tan pequeña que todos se
conocen, guardan sus pequeños secretos, y conviven envueltos en misterios sin
aclarar, unos y otros ven como su existencia ha sido reprimida por un suceso ocurrido
en el pasado. Sánchez-Andrade conforma, sobre todo, un pintoresco daguerrotipo
de personajes tan curiosos y llamativos, casos del cura don Manuel, el maestro
Rosendo, o el no menos chocante y extraño, Ternoamor que oculta una singular
condición y se dedica a restaurar dentaduras utilizando piezas arrancadas de
cadáveres. A ellos se une la vieja vidente, Violeta da Cuqueira, cuyas artes se
confunden con el escenario lúgubre, la pertinaz lluvia y el permanente olor a
tierra húmeda, otro de los exponentes narrativo-descriptivos de este
excepcional relato. Pero lo que se ven rechazadas ambas hermanas es por un
secreto relacionado con su abuelo Reinaldo, personaje no menos singular, cuando
descubren que este estaba relacionado con la oscura compra de cerebros de los
vecinos para su posterior estudio. Su presencia, por consiguiente, agita las
conciencias de los lugareños que les devuelve un pasado que se particulariza en
algunos de ellos, la viuda de Meis, Tristán, el caponero, o el niño Ramonciño y
su inesperada muerte, acontecimientos con que se conforma el resto de la
novela. Incluso las Inviernas
arrastran su propio secreto que pretenden olvidar una vez asentadas en la
aldea, lejos de un pasado dejado atrás. Sánchez-Andrade recurre a una
alternancia temporal, presente y pasado, para situar las escenas que
complementan a una narración lineal, las dos hermanas y su pequeño mundo,
aunque no deja de constatarse el destino de ambas y su relación con don
Reinaldo, perseguido en los difíciles años de la represión y de la suerte que
le llevó a la muerte, como otro más de los episodios sangrientos de que está
salpicada esta novela, Las inviernas,
aunque abundan las escenas de sensibilidad y de ternura frente a la barbarie y
horror, que se ven compensadas con esa moral estricta que impone la narradora,
y con el ejercicio y la destreza de una prosa extremadamente clara, elegante y
directa que envuelve en la lectura al lector y no deja en ningún momento mal
sabor de boca.
LAS INVIERNAS
Cristina Sánchez
Andrade
Barcelona,
Anagrama, 2014
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