BIANCA APARICIO VINSONNEAU
Bianca Aparicio Vinsonneau (Alicante, 1983), cursó estudios superiores
diplomándose en Óptica y Optometría y en Magisterio, Lengua Extranjera. Ha
colaborado como voluntaria en varios proyectos en el continente negro,
relacionados con la educación infantil, la sanidad y el emponderamiento de la
mujer. Perfeccionista e inquieta, está decidida a exprimir la vida y disfrutar
de cuanto esta ponga a su alcance. Su primera novela, Las Sombras de África, nace de esos intensos viajes por cuatro de
los cinco continentes. En 2014, Ediciones Cardeñoso publica su relato corto
titulado Fantasmas. Miembro de La Tertulia Literaria
de Guardamar del Segura (Alicante), se encuentra inmersa en su próxima novela.
Y hoy nos invita a que leamos, precisamente ese cuento comentado.
“FANTASMAS”
Es media noche y doce silenciosas campanadas resuenan en mi cabeza. El
viejo reloj de cuco, regalo de nuestra boda, hace tiempo que se rindió agotado
de vivir. Como lo estoy yo ahora. Sentado en el borde de la cama intento calmar
el descontrolado temblor que se ha apoderado de mis manos. Muchos lo achacarían
a los años, pero yo sé la verdad, es el miedo.
Siempre temí a los fantasmas, sobre todo a aquellos sedientos de
venganza. Durante años te intuí, rondándome. Mientras fui fuerte pude mantenerte
alejada, pero has debido adivinar que mi fin se acerca y cada noche me torturas
con traviesos susurros que sólo yo escucho, tenues roces en la nuca que me
erizan el vello y el rastro de ese olor tuyo que siempre se me pegaba a la
piel, ahora más que nunca.
Te amé hasta la locura, de hecho, jamás dejé de hacerlo. Si todo salió
mal, fue tu culpa. Me ponías celoso y desatabas mi ira hasta hacerme perder el
control. No encontré otra manera de retenerte a mi lado que no fueran las
humillaciones y los golpes. ¿De verdad pensaste que iba a permitir que me
abandonaras? Eras mía.
No pretendía que tu último aliento se escapara entre mis dedos. Mi única
intención era retenerte a mi lado, evitar que cruzaras la puerta con tus
maletas cargadas de angustia y rencor.
Qué ironía, con tu muerte conseguiste lo que en vida no te quise dar: la
libertad.
No se supo la verdad. Insistí en que me habías dejado y ellos me
creyeron. Lo que ignoraba es que junto a tu condena, firmé la mía. Nunca te
fuiste de mi lado, te quedaste para atormentarme con tu ausencia. Ahora, tantos
años después, cuando el tiempo debería haber difuminado tu recuerdo, vuelves
para arrancarme la paz en mis últimos momentos.
Me sabes viejo y cansado, y te aprovechas. Un crujido a mis espaldas me
sobresalta. Creo ver tu esbelta figura, sin que el desgaste del tiempo haya
hecho mella en ti. Tu bello rostro vestido con una amarga sonrisa y los ojos
brillando impacientes por la tan esperada venganza. Tus brazos se extienden
hacia mí para envolverme en un abrazo frío como el acero y me arrastras contigo
a las profundidades de las tinieblas.
Yo me rindo. Al fin entiendo, nunca fuiste mía.
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