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CASA DE VERANO CON PISCINA
Herman Koch
(Arnhem, Holanda, 1953) tiene la asombrosa cualidad o, la capacidad de mostrar
en sus novelas el sentido de culpa de la sociedad holandesa, presentar las
extrañas relaciones sociales de su país, o celebrar la entrega con que
experimentan sus vivencias padres e hijos mutuamente, sin que nada de esto presuponga
paliativo alguno. Tanto es así que su primera novela publicada en España, con
el sello Salamandra, y titulada La cena
(2010), fue una auténtica sorpresa de crítica en su país natal en 2009, elegido
como Libro del Año y, además, galardonado con el Premio del Público. Una
historia polémica porque tras las primeras páginas uno se pregunta, ¿hasta
dónde es capaz de llegar un padre para cubrir a un hijo que comete un delito
injustificable? La sociedad, las normas cívicas, la protección paterna o la
lealtad presupone que deban encubrirse ciertas actitudes de nuestros jóvenes
inconformistas y, como en el caso, a los caprichosos autores de un episodio de
violencia extrema. Tal es la tesis que sostiene Koch en su novela para
enjuiciar el futuro incierto de los jóvenes Michel y Rick, dos adolescentes de
quince años, acusados de un terrible suceso. Los padres debaten su particular
postura a los postres de una suculenta cena previa, y en un carísimo
restaurante, cuando en la conversación empiezan a ponerse de manifiesto algunas
de las revelaciones que originará el trágico final protagonizado por sus
vástagos.
Casa
de verano con piscina (2012), su nueva novela, es el descarnado relato en
primera persona de un médico de cabecera en Ámsterdam, con un amplio historial
de buenos pacientes, que confían plenamente en su medicina y en su encantadora oratoria,
aunque Marc Schlosser, contempla su alrededor, que incluye su familia y
pacientes, con un cinismo que incomoda a cualquiera según se avanza en su
lectura. El relato, no obstante experimenta un giro extraordinario cuando Marc
y su esposa Caroline se involucran, sin apenas pensarlo, en el círculo de
amistades de un famosísimo actor, Ralph Meier, personaje tan vanidoso como
ególatra y que intentará socavar esa amistad seduciendo a la pareja con muy
distintas artimañas. Carolina, se enamora de esa imagen excéntrica y bohemia, y
caerá en su redes, incluso convence a Marc para que cuando vayan de vacaciones
pasen unos días junto a Judith, pareja de Ralph, en su casa de verano en
España. Aunque la familia Schlosser no sucumbe a la tentación, y se instalan en
un camping cercano para no molestar. Pero cuando Lisa y Julia conocen a Alex,
el hijo adolescente de Ralph y Judith, sus padres son incapaces de rechazar la
invitación de acampar en su jardín y disfrutar de la piscina, además de así estar
más cerca y disfrutar de comilonas, largas conversaciones de sobremesa,
chapuzones y curiosas visitas de los insólitos chiringuitos del lugar. Al grupo
se une un director de cine con una joven novia, veinte años menor, y que pronto
despierta la atención de todos. A medida que avanza la novela, y tras
soporíferas jornadas de vacaciones, Marc y Carolina observan un extraño
comportamiento en su hija Julia de diecisiete años tras un pequeño incidente
que interrumpirá las vacaciones de todos y servirá al narrador para mostrar el
lado oscuro de su historia porque, unos y otros, tratan de descubrir que
ocurrió realmente durante la noche en que los jóvenes desaparecieron durante
unas horas sin el control de los adultos.
Salpicado de un humor tan ácido como amargo,
Koch sacude las conciencias de una sociedad con un profundo sentimiento de
culpabilidad que logra expresarse mediante las relaciones sociales tan
hipócritas como inexistentes en una colectividad plagada de convencionalismos y
donde la ética o la comunicación fallan en todos los sentidos; además, la
libertad sexual o la relación familiar esgrimidas ponen de manifiesto que algo
está ocurriendo un mundo deshumanizado que ha perdido el rumbo de cualquier
reflejo en otro tiempo pasado, y el holandés constata como sufrimos la
inmoralidad más civilizada.
CASA DE VERANO
CON PISCINA
Herman Koch
Barcelona,
Salamandra, 2012; 352 págs.
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