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CORRESPONDENCIAS
Mijail
Bajtin preconizaba acerca de los procesos discursivos y calificaba las cartas y
los diarios literarios como textos primarios dada su condición de comunicación
inmediata. Sin duda, estos enunciados reflejan unas condiciones específicas no
solo por su contenido y su estilo, sino por los recursos empleados, tanto
léxicos como fraseológicos, pero sobre todo por su configuración y la
estructuración que proporcionan a un relato. La literatura clásica convirtió
narraciones epistolares en falsas autobiografías, y notables como Dostoievski,
Choderlos de Laclos o Richardson escribieron algunas de sus mejores novelas
ensayando este género. Vivimos, no obstante, los tiempos de los SMS, los
mensajes hiperbreves de las redes sociales, el facebook y el twitter y, sin
duda, aventurarse a escribir una novela, como Correspondencias
(2010), un ejercicio sin preámbulo alguno, que ofrece un mensaje y compromete a
un destinatario, ensaya un hilo narrativo, consigue hilvanar toda una historia,
y aspira a una coherencia del conjunto, dice mucho de su autor, el argentino
Hugo Abbati, médico psiquiatra, autor teatral y cuentista que ahora se estrena
como novelista y nos propone un juego, tanto verbal como estructural. Dos
viejos amigos, Ale y Tomás, reinician una antigua relación e intercambian una
fluida correspondencia desde el aislamiento en que viven cada uno y lo hacen,
además, con el narrador Abbati como mediador puesto que, de alguna manera,
construye su novela como una revelación y pone en boca de sus personajes
aquello que ambos quisieran decirse si estuvieran en condiciones de hablar
directamente. Se trata, por consiguiente, y así lo suponemos, de una acción
mediadora, capaz de equilibrar una balanza que podría inclinarse a cualquiera
de los dos extremos de ese derrumbamiento progresivo en que se van sumiendo los
protagonistas, aunque si el autor no hubiera optado por esta técnica,
presupondríamos una comunicación total, o en su defecto una auténtica
incomunicación, porque esta relación epistolar sirve, en realidad, de puente
que anula esas distancias, o las barreras impuestas de un pasado vivido y, en ocasiones,
como leemos, perdido para siempre.
El incremento de la ambigüedad
psicológica de Correspondencias corre paralelo al énfasis argumental en
que se concreta, se va desvelando esa amistad juvenil, junto a otras desechadas
que muestran el contraste en la evolución que han experimentado las vidas de
sus protagonistas, y se añaden las de quienes de alguna manera han influido en
ese comportamiento: Tomás y su relación investigadora con Baumberg, su jefe, y
de otro Ale y su relación familiar, especialmente con Ana, su esposa. El primer
amigo irá relatando progresivamente y acentuando su derrumbe, además, de la
presión social y científica, salvados algunos buenos momentos con otros
compañeros, caso del rumano Carol o la francesa, Catherine. El segundo, descubrirá
tras el cruce de cartas, el fracaso profesional y familiar que desembocará en
un imperdonable abandono.
Sobresale en Correspondencias un
curioso narrador epistolar que usa el lenguaje para quejarse de lo inadecuado
que le resulta la comunicación, se muestra comprometido en la interpretación de
una trama y lo mejor es que, a lo largo de estas páginas, se desvela el
auténtico trauma de esa interpretación misma. Tanto es así que la estructura
circular de las cartas reafirma la función que se le atribuye desde el
principio: en este caso reanudar una antigua amistad, y Tomás lo irá haciendo
progresivamente, recordando los buenos momentos, porque a medida que se afianza
en su posición, la letra escrita constituye para él un medio de desahogo y de
liberación puesto que, en la reconstrucción de ese pasado y en la exposición
del mismo, encuentra el modo de reducir la tensión y el vacío de los años
experimentados a lo largo de su vida, vinculado exclusivamente a su obsesiva
visión investigadora de virus y proteínas. Ale es la víctima que constata su
propia negación a través de esta relación epistolar, su insuficiencia y la
ambigüedad final de su existencia.
CORRESPONDENCIAS
Hugo
Abbati
Málaga,
e.d.a. libros, 2010; 182 págs.
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