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LOS MISTERIOS
Francisco López Serrano (Épila,
Zaragoza, 1960) domina el arte de la escritura en una variada y singular
faceta, lírica y narrativa, y es capaz de servirse de la digresión, de la
observación atenta y de buena parte del artificio que rodea al texto en su
sentido más estricto. Jamás olvida que la moraleja pertenece más al pasado que
al presente y que sus lectores detectan esa sutilidad característica, o la
libertad de elegir un espacio propio, en medio de una actualidad reconocible,
aunque venga tamizada por fantásticas apariencias y solo importen aquellas
capaces de descubrir las trivialidades de un mundo que, como en algunos de sus
textos, bien puede ser mágico, capaz de trasmutar esas vidas en otra realidad o
la posibilidad de inventarse una nueva que les satisfaga; y tan es así que a
través de un tono elegíaco, henchido de humor y de ironía, rozando lo
iconoclasta, nos traslada desde situaciones cómicas a un trágico desenlace;
ocurre en su nueva entrega, Los Misterios
(2015), y nos sitúa en un idílico paisaje del Pirineo, aunque con los evidentes
matices grises que caracterizan a los ambientes del zaragozano, y de igual
manera matiza a los personajes, en esta ocasión, un variopinto grupo de
intelectuales, artistas y escritores, que participan en un seminario de
introspección enteogénica a base de sustancias alucinógenas para que, una vez
ensayada esa experiencia trascendente, cada uno vislumbre sus posibilidades en
ese sincretismo espiritual new age,
que les ayude, como espíritus inestables y culturalmente inquietos, a superar
sus miedos.
La propuesta de López Serrano
inicialmente clásica por psicodélica, desemboca en inmejorables situaciones
cómicas, o en un espacio donde la ironía da paso a una trágica comedia de
enredo y cada personaje desempeña su papel, se limita a desarrollarlo para, una
vez presentados y suscritas las circunstancias que los han llevado al lugar,
convertir Los Misterios en la parodia
de una auténtica novela de detectives donde al final de la historia parece que
todos lo mataron y él solito se murió; es decir, el narrador echa mano de
algunos de los trucos de su mejor narrativa, conjura una vez más lo
sobrenatural y se presta a una comedia de equívocos voluntarios que suena a
folletín y escenifica un psicodélico escenario donde al final, y solo cuando
estamos acabando la novela, se rompe la monótona y seria visión de ese
misticismo y sincretismo de una sociedad decadente y capitalista, y tal vez por
eso, ocurre un asesinato, pero no uno cualquiera, sino en el personaje más
carismático y odiado, el gurú Kocinsky, una vez que ha iniciado a sus alumnos
en los Misterios, y mientras escépticos y creyentes se mofan o se asombran del
extraño final del maestro.
Los
Misterios, es una novela poblada de guiños, cinematográficos y literarios
que catalizan la historia; no en vano, López Serrano confabula doce personajes
en un vetusto caserón: Durán un viejo escritor y su esposa, el joven poeta Carlos
Selden, una madura editora Ofelia Naranjo, el diseñador de moda Arriaga, el
arquitecto Tubau, y el médico Befaràs y su esposa Ulrika, antropóloga, y luego
Kocinsky y su ayudante Yanela, además del escéptico narrador de éxito y su
amante Vicky, psicoanalista argentina, mística y vegetariana radical.
LOS
MISTERIOS
Francisco López Serrano
Benalmadena,
e.d.a., 2015; 153 págs.
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